Carta abierta a Gerard Piqué
Piqué. Siempre Piqué. De nuevo Piqué. Ha estado distraído haciendo un Master en Harvard (que curiosamente coincidió con la gloriosa final de Cardiff) y quizás el jet-lag le haya impedido hacer algo tan sencillo y honorable como felicitar al Madrid por su espléndida Duodécima. Conquistada, por cierto, enchufándole a la Juve de Buffon cuatro goles en 90 minutos cuando su admirado Barça no fue capaz de hacerle ni uno en 180'… Dice Piqué, que el jueves se reencontrará con Sergio Ramos en Las Rozas, que el día que el Barça haga una rúa por ganar la Copa del Rey se podrá reconocer que el Madrid lidera un ciclo triunfal. La carga de profundidad persigue minimizar el meritazo de ganar tres Champions de las cuatro últimas disputadas. El intento es admirable, pero no cuela, amigo Piqué. La rúa que hizo el Madrid tras ganarle la Copa al Barça en la final de Mestalla (2011) fue porque veníamos de tres años triunfales del Barça de Guardiola, equipo al que se etiquetaba como “perfecto e invencible”.
Resulta que el Madrid de Mourinho le dio un repaso táctico, Casillas fue un muro ante Messi, Pedro y compañía y, además, en la prórroga decidió Cristiano con un golazo de cabeza ante la impotencia del '10' argentino, que una vez más en una cita grande se quedó ‘en blanco’ ante la puerta contraria. Se celebró con una rúa para demostrarle al Barça que cuando al Madrid se le toca el orgullo, no hay nada que lo detenga. Pero dado que Piqué dice que no se puede comparar lo que ha ganado su Barça con lo que ha ganado el Madrid estos años, le recordaré que en los últimos veinte (que se supone que es cuando los azulgrana han firmado su mejor etapa histórica), el Madrid ha ganado seis Champions y su Barça, cuatro. O sea, set y partido para los blancos (6-4). Además, su poderoso Barça jamás fue capaz de jugar siquiera dos finales de Champions seguidas (ya no digo ganarlas…). Piqué nació en febrero de 1987. En ese momento, su Barça llevaba cero Copas de Europa y el Madrid, seis. Ahora tiene 30 años y el Madrid está a siete de diferencia (12-5). Debe ser muy duro que en tu etapa más esplendorosa, el máximo enemigo haya aumentado la ventaja. Una existencia entera en la que vida no sólo sigue igual, sino que ha cambiado para peor… Un abrazo, Gerard.