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Esperando un milagro y de paso también un poco de sentido común

México

Munición milagrera. Los milagros son hechos inexplicables por las leyes naturales que se atribuyen a una intervención de origen divino. Fuera de connotaciones religiosas, cuando algo ocurre ‘de milagro’ es que parecía imposible que ocurriese. Tanto en una como en otra acepción, los milagros son, por definición, esporádicos. Pasan muy de tanto en tanto y en el Barça uno tiene la sensación de que la munición milagrera de este curso se acabó ante el PSG en la Champions (y que se desperdició tristemente en Turín). Pero llega de nuevo un final de Liga apretado, con casi todo perdido y una gloria eterna por ganar y la pirotécnica cruyffista es el mejor aliado. “Cuando todo parezca perdido, piense en Johan” es el lema de autoayuda de una generación de culés que lamentablemente ya no mandan en la institución. ¿Si el Barça le ganó en condiciones similares dos campeonatos al Madrid en el último repecho y otro al Deportivo, quién se atreve a pronosticar lo contrario al cien por cien? Y más después de lo del PSG. Ahí se nos acabó al mismo tiempo el crédito para creer en milagros y para hacernos los listos. Y esta vez, la carta Messi no vale. No sólo hay que ganar, hay que esperar la derrota del rival. Un milagro. Y de los gordos.

Pies en el suelo. Pero más allá de que el milagro se consume o pase lo normal y la vida siga su curso, el Barcelona está obligado a poner los pies en el suelo y hacer una reflexión seria se gane o no. Porque no pueden olvidar que si ganan, será de milagro. Y de momento, no parece que la autocrítica sea el pensamiento de moda en el club. Al contrario, en caso de derrota me temo la tormenta victimista que remite a épocas pretéritas y en caso de triunfo una euforia desmesurada. Ambos sentimientos son legítimos. El Barça tiene razón en muchas de sus quejas y también deberá alegrarse en caso de éxito, pero si no ve más allá, tendrá un serio problema.

Neymar y Unzué. Ha trascendido vía Mundo Deportivo que Unzué ha perdido opciones de ser el sucesor de Luis Enrique tras una bronca con Neymar. Más allá del incidente, me parece un síntoma muy preocupante que se utilice este episodio para aceptar o no a un entrenador. Unzué debe ser elegido o rechazado por su capacidad, no por la relación que tenga con los jugadores. Mal vamos si no es así. Esta junta ya metió la pata en el mismo charco con Eusebio en el B y llevan camino de esperar más milagros que de imponer sentido común.