W Deportes
NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

ATLÉTICO

Misión atlética: recuperar la pasión y el fútbol de aquel 4-0

Por momentos fue un equipo desconocido en el Bernabéu, agarrotado e inseguro para desarrollar el fútbol que sí sabe hacer. Aquel día la intensidad se mezcló con el buen juego.

MadridActualizado a
Diego Pablo Simeone.
Clive RoseGetty Images

Koke y Simeone señalaron el camino para, por lo menos, lavar la imagen en la vuelta. Ni uno ni otro fueron en el Bernabéu lo que se espera de ellos, pero ni un segundo tardaron en iniciar la tarea de levantar a los suyos. “Lo intentaremos hasta el final”, coincidían ambos con el dolor por lo sucedido poco antes muy presente. Es necesario.

Ayer no apareció casi ninguna buena versión de los futbolistas importantes que, nadie olvide, han traído al Atlético hasta las semifinales. Koke y Saúl fueron dos jugadores apagados, erráticos, sin su jerarquía habitual. Carrasco no fue más que ellos. El belga pidió jugar el partido, a pesar de que el esguince el hombro la obligaba a jugar mermado. Incómodo y sin trascendencia, sin inquietar al Madrid. Gameiro sigue sin encontrar su gran noche como colchonero. Estrelló sus opciones en Keylor en una jugada relámpago del Atlético, la única que recordó al equipo de otras tardes en el Bernabéu. Lucas suficiente tenía con resistir como podía ante la estampida de Marcelo y Cristiano por su sector y Godín, Savic y Filipe mantenían el tipo hasta que el equipo se desmoronó totalmente en los últimos 20 minutos.

Son dos años desde aquel 4-0, no hace tanto, pero aquel día el equipo se expresó de forma totalmente diferente. Intensidad, sí, desde el primer minuto, pero aquel no fue el único ingrediente. Se mezcló con fútbol, el que también sabe hacer el Atlético cuando no teme equivocarse. Aquella tarde el Madrid de Ancelotti quedó aturdido, pero no sólo por lo que corrieron o pelearon los Mandzukic, Saúl, Tiago, Juanfran, Siqueira, Arda… La agresividad se palpó en el campo rival, desplegándose como pocas veces frente al Real Madrid en un frenesí absoluto sin que una duda planeara por la cabeza de ningún jugador. Fue una pasión bien asociada a los principios del juego. Y no hace tanto de ello. Este Atlético también sabe jugar, aunque ayer no se atreviera a demostrarlo.