El Tri de Osorio, contra la altura, el Azteca, los fantasmas, y sí mismo...
La Selección Mexicana jugará su primer partido del hexagonal final rumbo a Rusia 2018 en el Estadio Azteca tras una preparación sui-géneris. Osorio deberá parchar su equipo a causa de las ausencias.
Ciertamente, el 'Aztecazo' de 2001 es un fantasma. Pero es de esos fantasmas que aparecen en cuanto nos advierten de su existencia; ni siquiera notaríamos su presencia si no nos han hecho el favor de invocarla. La liturgia cada que Costa Rica visita México es la misma desde aquel año: remembranzas, perfiles, viajes en el tiempo, vídeos en 4:3 y la imagen fija, casi quemada, de Hernán Medford agitando la 'marea roja' que inundaba el Estadio Azteca.
16 años después, el entorno es menos enrarecido pero la Selección tampoco está de plácemes. Osorio compró crédito tras la victoria en Columbus, pero ha perdido los últimos referendums en el Azteca. La última vez que el Tri se presentó en Santa Úrsula (0-0 ante Honduras) terminó envuelto en silbidos y gritos de 'fuera Osorio'. Desde entonces, el debate se ha centrado más en la idoneidad del Coloso como hogar que en el compromiso de los seleccionados. Las inclemencias de la altura (2,300 kilómetros sobre el nivel del mar), la hostilidad de quienes deberían apoyar hasta el último aliento, el cerco mediático. La primera era, en antaño, una ventaja; la segunda es un fenómeno con muchas explicaciones y pocas certezas y la tercera, una obviedad.
Para lidiar con el mal de altura, de la que el núcleo del Tri ha renegado tanto, la FMF mudó el campamento de guerra a Cuernavaca en un suerte de retiro espiritual. La medida tiene explicaciones científicas (en teoría, el cuerpo del atleta resiente el peso de la altitud a partir del tercer día en ella, por lo que viajar y competir el mismo día eliminan la posibilidad del mal de altura) y ceremoniales-nostálgicas (Lapuente mandó a velar armas ahí mismo, previo a la Copa Confederaciones de 1999). Para conjurar el mal agüero que planea sobre la Selección desde la Copa América Centenario, qué mejor que la épica, la memorabilia, los buenos tiempos.
Ante sí, Osorio tiene un rompecabezas por armar. Sin Lozano, Fabián, Giovani, 'Tecatito' y Guardado en su nómina, desprovisto de pinceles, deberá tirar de brochas. Tampoco estará Reyes, suspendido. El encargado del arte podría ser Orbelín Pineda, aunque aún desconocemos si sus aptitudes ya son meritorias de enarbolar el pincel más fino. En la retaguardia, Salcedo podría parchar un lateral y Araujo, un comodín para Osorio, apunta para acompañar a Moreno. El tridente Vela-Chicharito-Oribe es una opción, tan demagoga como potencialmente mortífera. No será, por supuesto, el equipo de gala que el colombiano presentó en Columbus, pero en el Azteca no caben las excusas. Por supuesto, con Osorio en el timonel, predecir los onces titulares de la Selección es un deporte de alto impacto.
Costa Rica, en cambio, tiene más certezas. Sin grandes ausencias, podrá disponer con diez de los once titulares que destazaron a Estados Unidos en noviembre (4-0) y pusieron a Jürgen Klinsmann en la puerta de salida. Keylor como guardián, Umaña, Watson, Matarrita y Acosta en la zaga, Borges como bujía, Bolaños y Gamboa entre líneas, Bryan Ruiz como truco y Venegas encargado de la firma. Y Campbell en la recámara. Seis puntos en la bolsa, sin goles recibidos aún en el hexagonal; Rusia en el horizonte. En su contra, el dato de que no anota en el Estadio Azteca, precisamente, desde el 17 de junio de 2001. El de Medford fue el último tanto 'tico' en el 'Coloso'. Sin embargo, a Costa Rica el 'Aztecazo' no le parece un fantasma. Y menos a Óscar Ramírez, el timonel, quien ha estado presente en dos caídas del Coloso: era auxiliar de Guimaraes en 2001 y comandaba al Alajuelense en 2013, la noche en la que el América de 'El Piojo' Herrera se despidió de la 'Concachampions'. Más romance tiene Ramírez con el Azteca que la actual Selección, equipo que tiene más rivales de Costa Rica mañana....
