Gerard Deulofeu, el regateador
Llegó su hora. ¿Cuántos regateadores natos quedan en el fútbol? ¿Cuántos tienen en el uno para uno su punto fuerte? Messi, Dembélé, Neymar, Robben, Douglas Costa… La lista no es larga. Es una especie en extinción. Gerard Deulofeu es una de esas rara avis. Juega para sentar al lateral, es una suerte que maneja con un porcentaje elevado de éxito. En la Sub-21 parecía el abusón del patio de colegio. Superioridad manifiesta que no consiguió en el Sevilla o en el Everton, de momento ha caído de pie en una plaza tan complicada como Milán. Deulofeu siempre fue la gran joya de las categorias inferiores de la selección. Lopetegui lo conoce perfectamente, es seleccionador de apuestas muy personales. Eso me gusta, aunque tiene el riesgo de no atender a la meritocracia. Esa balanza es muy puñetera, casi siempre vence. En una convocatoria mundialista siempre debemos tener un gran especialista de banda, entiendo que por ahí viene su llamada.
La portería de San Mamés. “Iribar es el mejor portero que he visto en mi vida”, dijo don Luis Suárez Miramontes en Carrusel Deportivo. San Mamés nunca verá un portero mejor que él, en realidad no lo quiere porque los mitos no se tocan, por eso quizá pesó siempre tanto la portería de La Catedral, por eso quizá nunca se cerró. Todos los que llegaron después de Iribar perdieron en la comparación. Ahora asoma un chaval que tiene trazas del más grande. Tiene 22 años y será algún día el portero de la Selección absoluta como lo es ahora de la Sub-21: Kepa Arrizabalaga. Recuerda al número 1 por su estilo sobrio, la elegancia y su físico estilizado. Bilbao cree que en Kepa tiene portero para una década al menos, porque Bilbao más que otra plaza conoce la importancia de que el arquero perdure en el tiempo. Lezama, Carmelo e Iribar le dieron al Athletic 38 años consecutivos de la mejor portería, desde 1942 hasta 1980. El Athletic ha dado a Kepa un plan milimétricamente calculado: Baskonia, Bilbao Athletic y dos cesiones en Ponferrada y Valladolid. Como dicen en el Botxo, tiene muy buena pinta. Hoy afronta ante el Madrid un dia importante en su carrera.
Kipkemoi y su vaca. Jonah llegó a Barcelona contratado como liebre por la organización del Maratón de Barcelona: 3.000 euros. Dinero que pensaba invertir en la compra de una vaca para alimentar a su bebé en Kenia. No sabía si iba a poder cumplir con los tiempos marcados: era su primer maratón. Lo consiguió, tanto que al mirar a los costados iba solo. Los favoritos que iban a aprovechar su esfuerzo fallaron y Jonah remató su propio trabajo. Su cara de sorpresa entrando en meta pasa a la historia, más aún cuando se supo que se trataba de un atleta paralímpico, en su brazo derecho las consecuencias de un incendio desatado en su choza cuando era niño. Esos 3.000 se convirtieron en 13.000. Volverá a casa con una cantidad que garantiza una vida mejor para los suyos.