Di María va al juzgado y le dicen que si para denunciar a Aytekin
Revuelo en la Plaza de Castilla. El jugador del PSG comparece por un presunto delito fiscal y acaban preguntándole por el árbitro de la Champions... y por Mateu y su arbitraje al Betis.
Gran revuelo en la mañana de este lunes en los Juzgados de Instrucción, en la madrileña Plaza de Castilla. Ángel Di María entra en la sede judicial. Para empezar, con susto. Se disparan las alarmas del arco de seguridad. El jugador argentino va cargado de teléfonos. Quería pasar inadvertido, pero la sirena delata su posición. Algunos aficionados madridistas le reconocen. También otros atléticos. Hasta uno del Betis, que tira de retranca: “¿A qué has venido, a denunciar a Aytekin? Pues nada, aprovecha y denuncia también a Mateu”, clama. Aquí empieza el lío.
Los lunes no es un buen día para visitar la Plaza de Castilla. Suele ser uno de los de más afluencia de público. La resaca del fin semana... Y se habla mucho de fútbol mientras van cayendo las sentencias. Di María llega acompañado de dos abogados. Son los mismos que defendieron a Mascherano por la denuncia por fraude fiscal por la que el jugador del Barça fue condenado a un año de cárcel, a devolver el millón y medio de euros defraudado y a pagar una multa de otros ochocientos mil. Son Diego Artacho, Inspector de Hacienda en excedencia, y David Aineto, ambos abogados del despacho con sede en Cataluña ‘Rousaud, Costas y Durán’. Di María ya ha superado el control de seguridad tras pasar dos veces por debajo del arco magnético. Pero el revuelo se ha armado. “Atraco el que te pegaron a ti”, le grita otro forofo. Di María ni se inmuta. El extremo del PSG acelera. No está de humor. Le espera el juez.
Según la Fiscalía, Di María defraudó casi un millón trescientos mil euros en los años 2012 y 2013, cuando jugaba en el Real Madrid. Se le acusó de defraudar 636.820 euros en 2012 y 662.168 en 2013 mediante un entramado ‘off-shore’. Sus abogados pueden pactar un acuerdo: devolver lo presuntamente defraudado más una multa de dos millones y evitar consecuencias penales. Por los pasillos sigue la guasa. “Aytekin... ¡vaya tela!”, dice muy castiza una señora.
Ángel di María abandona el edificio no por la puerta principal, por la que entró. Lo hace por la puerta del Juzgado de Guardia, menos concurrida los lunes. Pero se cruza con un grupo de personas de etnia gitana. La mitad parecen del Atleti y la otra mitad del Madrid. “Al que había que denunciar es al que se tatuó la Décima (Clattenburg) en el brazo...” . Y los blancos se defienden: “¿Y al que se tatuó el minuto 93 (Sergio Ramos, y el tatuaje es un 90+) no le queréis denunciar...?”.