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Una pretemporada por sorpresa que retorna al Barça a la vida

Tiempo de felicidad. Tengo un amigo muy barcelonista que durante mucho tiempo sostuvo la idea de que la mejor época del año para un aficionado blaugrana era el verano, la pretemporada, más concretamente. El razonamiento de este veterano culé no estaba exento de lógica: en la pretemporada nada podía ir mal. Los fichajes parecían prodigiosos, los amistosos se ganaban con facilidad, las portadas de los diarios deportivos destilaban optimismo, el Gamper era una fiesta… hasta que llegaba la Liga y ni los fichajes eran tan buenos ni los rivales tan malos. Por eso, apostaba este barcelonista por alargar la pretemporada hasta octubre por lo menos.

Pretemporada en febrero. Esta semana el Barcelona ha vivido una minipretemporada. Tras el palo de París y las malas sensaciones que dejó el partido siguiente ante el Leganés en el Camp Nou, el Barça ha recibido una inyección de moral sin jugar. Es más, sin ni siquiera entrenarse. Con los jugadores de libranza dedicados a sus compromisos publicitarios o solidarios ya sea en Egipto, Martorell, Londres o Rubí (que curiosamente es donde atienden a los medios de comunicación) el vaso que se veía medio vacío se ve ahora medio lleno porque el Madrid perdió en Valencia.

Toca actuar. El tropezón del Real Madrid ha regalado una vida extra a un Barcelona que estaba contra las cuerdas y desde ayer parece que amaina el temporal sobre el Camp Nou. No obstante, el Barcelona debe de ser consciente que para declarar el estado de optimismo y confianza que han vendido desde el club es necesario ser proactivo. De momento, el Barça ha sido mejor cuando no ha jugado que cuando ha jugado y sigue en la pelea de la Liga más gracias a los despistes de los demás que a sus méritos. Ha habido más buenas palabras que buenas acciones. Y ahora toca actuar.

El día clave. Y el calendario ha querido que este domingo acabe la pretemporada y vuelva la competición a lo grande. La visita al Calderón se adivina como el punto definitivo de inflexión para un equipo que siempre enarboló la bandera del juego y que, curiosamente, ha vuelto a la vida tomándose dos días libres. Se acabó la pretemporada de febrero y llega la hora de la verdad. Y el Atlético del Cholo no será el Gamper.