Empanada final
Nuestra medicina
No siempre va a ser el Madrid el que ríe el último. El Sevilla de Sampaoli y Lillo tuvo tanta fe en la recta final del partido que se hizo acreedor a un premio que ha puesto un punto y aparte en el estado de Felizidane. Fin a la racha de encuentros sin conocer la derrota (¡pero los 40 no nos los quita nadie!), fin a los 399 días sin perder un partido de Liga fuera de casa, fin a tantas noches de gloria que no parecían tener fecha de caducidad. Y fue de la forma más cruel imaginable. Dos autogoles de Sergio Ramos y Keylor Navas. Me explico. Lo del capitán fue el infortunio de tener que ir a la desesperada a sacar de cabeza una falta lanzada de forma magistral por Sarabia (el canterano madridista, espléndido, cambió el duelo desde su entrada al campo). Pero Ramos no tuvo la mayor responsabilidad y dio la cara, como siempre, para tapar a un compañero. En mi opinión, Keylor se quedó en la caja y erró por no salir a por un balón que debió ser suyo. Pero lo peor estaba por llegar. El 2-1 fue un cúmulo de pifias de bulto. Primero al recibir Benzema un saque de banda con una falta total de tensión, que provocó una pérdida temeraria. Aún más grave fue lo que vino a continuación. Por un suceso digno de Poltergeist, cuando Jovetic chutó desde la frontal del área estaba Keylor descolocado, cerca del palo derecho. El tiro del serbio era frontal, de esos que van a las manos del portero. Ni con su estéril palomita evitó el tico el 2-1. Los errores individuales penalizaron a un Madrid que no fue fiel a su imagen feliz de estos nueve meses sin tacha. Zidane apostó por primera vez por tres centrales, lo que no le garantizó más seguridad defensiva... Zinedine ya sabe que es mejor morir con las botas puestas. Nunca más, maestro.
Partidazo
Aún así, que los árboles no nos impidan ver el bosque. Hasta ese demoniaco tramo final el Madrid hizo un encuentro serio, solvente, sobrio en el despliegue y con detalles que hicieron creer en un desenlace muy diferente. En la caldera del Pizjuán vimos a un Casemiro imperial (dio una exhibición como mediocentro), aunque tuvo la réplica de Nzonzi, pupilo de esa escuela de talentos llamada Monchi S.I. (Sociedad Ilimitada). El panzer brasileño se mostró como un veterano en la recuperación, el repliegue y las ayudas. Lástima que en esos minutos finales no pasase el juego por sus hercúleos dominios...
Cristiano y Karim
No fue su noche. El crack portugués lo arregló definiendo con gran precisión el penalti de Rico a Carvajal. Pero falló tres ocasiones de las que él no suele perdonar cuando tiene las luces totalmente encendidas. Y Benzema, que el jueves fue clave con su golazo final, tampoco estuvo enchufado en ningún momento. Errático, sin chispa. Su control blando en el 2-1 definió su mala velada...
Tranquilidad
Que no cunda el pánico, señores. Sólo el equipo que lleva 40 partidos invicto (¡más de nueve meses sin perder!) se puede permitir el lujo de perder un día. Y más ante el segundo de la clasificación general, que ya hace tiempo que presentó su candidatura al título. Creo en el proyecto de Zidane más que nunca. Los retos de la Liga (el sábado puede ser campeón de invierno), la Champions y la Copa están vivitos y a tiro. A veces se gana, otras veces se aprende. Me lo recuerdan mi amigo David de Barcelona (¡por fin te casaste crack!) y las peñas de Somontín y Tíjola 88 (Almería), Ciudad de los Amantes (Teruel), Jumilla (Murcia) y Linares de Riofrío (Salamanca). ¡Somos líderes!