El Tridente liquida en 16 minutos el trámite de Qatar
Messi, Suárez y Neymar marcaron tres goles en 30' y fueron sustituidos. El Barça se relajó atrás y recibió tres tantos. Se estrenó Alcácer. Aleñá, lesionado.
El Barça liquidó por la vía rápida el trámite que se le exigía en Qatar ante el Al-Ahli. En 16 minutos, el Tridente ya había marcado un gol cada uno para alegría de seguidores culés, imparciales y del Al Ahly saudí. En el fondo, a lo que iban los espectadores era a ver a Messi, Suárez y Neymar, que en segunda velocidad ya habían marcado su golito y que a la media hora de juego podían irse junto a Piqué al banquillo una vez solventada la papeleta, más relacionada con las relaciones públicas y las visitas de negocios que con un espíritu deportivo en un partido que acabó 5-3 para los culés.
De hecho, el partido ante el doble campeón saudí fue menos productivo que cualquier entreno. Pero, como dicen en catalán, “qui paga, mana” (quien paga, manda) y tras la anunciada liquidación del contrato con Qatar no se podía posponer más este bolo aplazado durante cinco años. No obstante, una cosa es haber firmado por los japoneses de Rakuten y otra muy distinta dejar de regar el jardín catarí, necesario para futuros negocios.
Una vez solventado el trámite de que el respetable viera en directo y de cerca a las estrellas barcelonistas, la cuestión estaba en ver si alguno de los nuevos lograba estrenarse marcando un gol ante un rival tan lamentable. En especial, la atención estaba puesta sobre Alcácer, que jugó una hora. Tras dos intentos fallidos en la primera parte, a los diez minutos de la segunda, logró estrenarse ante la felicidad de sus compañeros
Poco antes de que el delantero destapara el tarro de las esencias, el colegiado quiso apuntarse a la fiesta de un encuentro infame inventándose un penalti ridículo que los jugadores del Barça ni protestaron y que Omar marcó a lo Panenka. Seguramente, iba en el contrato.
Rafinha amplió el marcador hasta el 5-1 en una jugada individual, Assiri recortó distancias por dos veces ante la pasividad de Masip ya en un partido sin control (sentido hacia rato que no lo tenía) que culminó con la lesión de Aleñá.
