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INTERNACIONAL

La Azerbaiyán de Prosinecki sueña con estar en Rusia

Es la revelación de la zona europea y ha arrancado con 7 puntos de 9. El técnico llegó en 2014 y cobra 1,5 millones de euros.

Actualizado a
Prosinecki, entrenador de Azerbaiyán.
FRANK PERRYAFP

Siete puntos en tres partidos y un último empate a domicilio ante la República Checa han disparado la euforia en Azerbaiyán. Su selección ha comenzado mejor que nunca una fase de clasificación y el sueño de jugar un gran torneo, en este caso un Mundial, parece por fin real. El artífice de esta gesta es un viejo conocido del fútbol español: Robert Prosinecki. El exjugador de Madrid, Oviedo y Barcelona dirige a la selección azerí con mano de hierro, después de haberlo hecho de manera discreta anteriormente en Turquía al Kayserispor y en Serbia al Estrella Roja.

Hace dos años le llegó al croata una propuesta de la federación de Azerbaiyán que ahora puede hacer cambiar su carrera. Entonces situada en el puesto 135 del ránking FIFA, la salida turbulenta del anterior técnico, el alemán Berti Vogts, le condujo a un banquillo con mucho que perder y poco que ganar. Pese a su currículum como futbolista —fue campeón de Europa con el Estrella Roja y jugó en los dos grandes de España—, la afición azerí desconfió de él y criticó su elevado sueldo de 1,5 millones al año.

Sin embargo, poco a poco Prosinecki está transformando las dudas en esperanza. Un empate a cero ante Croacia en la fase previa de la última Eurocopa fue el preludio de lo que ahora está viniendo. Su selección funciona y pelea de tú a tú con las mejores.

Muro. Así, el camino hacia el Mundial se inició con una victoria ante San Marino (0-1) y otra de mucho más mérito ante Noruega (1-0). La visita el martes a la República Checa debía servir como test definitivo y concluyó con otro buen resultado: 0-0. Los casi 70.000 espectadores que acompañan al equipo cuando juega en el Estadio Olímpico de Bakú ya tienen motivos para creer en el milagro. La inversión en un fútbol de su gobierno se empieza a notar. Rusia 2018 ya no es una utopía.