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Copa América Centenario

Día 6 – Baggio

El penalti fallido del crack italiano en el Rose Bowl es uno de los momentos culminantes en la historia del fútbol por su fatalismo romántico.

México DF
Día 6 – Baggio

(I)

Era el mejor de todos. El mundo (y el balón) a sus pies. ‘Il Codino’. Una maraña de cabello recogido se desparramaba tras su nuca. La mirada, siempre fría. Fija. Mustia. El ceño fruncido, como si el sol le golpeara las sienes toda la vida. La pelota reposaba en su empeine derecho como un rey en trono. La expresión de un felino; el poder de una serpiente.

Era el mejor jugador del mundo cuando un tiro suyo, que dejó de ser pelota y se trasfiguró en cohete espacial, otorgó a Brasil su cuarta Copa del Mundo. 17 de julio de 1994. El sol fundía Pasadena. El campo, verde, se ve amarillo. Baggio se cita con Taffarel. Mirada fría, fija, mustia. El silbatazo de Sandor Puhl. Baggio enfila, el pie derecho se hunde en el césped, el balón se eleva hasta desintegrarse en la estratósfera. Cada centímetro que recorre equivale a un grito por todo Brasil. Baggio baja la cabeza. Las manos en la cadera; el cabello enmarañado, que antes lucía dorado, ahora es gris. Baggio no levanta la cabeza. Romario no contiene el llanto. Cafú levanta el mundo de oro macizo. Y Baggio era el mejor del mundo.

Detrás de esa portería, los periodistas filmamos y fotografiamos las sesiones de entrenamiento de la Selección Mexicana y Jamaica. Nadie reparó en reflexionar dónde estaba parado. Las fotografías, los planos, las restricciones de derechos, los límites de tiempo, los ‘deadline’ para enviar el material recopilado a la redacción. Uno de los peores efectos secundarios de la costumbre: no valorar dónde estamos parados.

(II)

En la conferencia de prensa previa al partido, Schäfer (técnico de Jamaica) fue cuestionado sobre si creía que la Copa América Centenario estaba arreglada para que México la ganara (el presidente de la Federación Uruguaya, en talante paranoico, insertó el tema en la agenda). Schäfer respondió que el apoyo de la gente no es fundamental para alzar un torneo. Hay formas de salirse de la tangente…