"Quiero que Infantino me ayude para ir a ver al Papa"
Álvaro Rivera del Toro irrumpió en la entrada del Auditorio Nacional, antes de la inauguración del Congreso, con un motivo muy poderoso.


Álvaro Rivera del Toro muestra una hoja donde explica su demanda. Deambula con el pedazo de papel estirado entre sus manos; su chaqueta beige, su boina gris, los ojos vivos y la voz combativa. "¿Quien se lleva la exclusiva?", espeta para atraer a los periodistas, más atentos a los pasos de Justino Compeán. Álvaro se resigna; da media vuelta, clava la mirada en el suelo; arruga el papel.
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"Tengo cáncer. Lo que vengo a pedir (a Infantino) es un boleto para ir a ver al Papa. Tengo quimioterapias cada tres meses, pero ya no las aguanto". Pero, por qué Infantino, y no algún representante de la Santa Sede en México. "Yo gasto en el fútbol. Yo voy a los estadios a gastar. Se lo dije a Compeán ahora que pasó por aquí pero ni me volteó a ver. Me hizo a un lado. Quiero que me retribuyan".
Álvaro (60 años), quien manifiesta su pasión americanista desde hace más de 30 años, perdió la oportunidad de ver al jerarca de la iglesia católica en su reciente visita a México, debido a una caída que sufrió. Desde entonces, y a la luz de su enfermedad ver al Papa se ha convertido en su más ferviente deseo: que su pasión por el fútbol lo lleve a Roma para recibir la bendición de Francisco.