Peñaloza crea un aquelarre al final y el Azul entra en crisis
Partido con final polémico: Guerrón cayó en el área en su intento de cabecear un centro. El árbitro señaló penal y luego canceló la decisión. Izquierdoz hizo el gol de la victoria.
Las crónicas de Cruz Azul tienen una peculiaridad: nunca pueden anticiparse. El axioma que rige a las redacciones de medios deportivos, el texto inmediato, se rompe cuando la Máquina entra en juego. Siempre la liará, inevitablemente. El último minuto, sentencia el lugar común de Fernando Marcos, también tiene 60 segundos. La frase la habrá acuñado, extraoficialmente, inspirado los celestes. Imprevisibles, inverosímiles, y por ende, fascinantes.
La Máquina, aún aturdida por el golpe que le asestó el Necaxa la semana pasada, dejó que Djaniny y Bravo abusaran de su cuerpo flácido. Las cabalgatas de ambos sangraron a Mendoza y Rojas. Una de ellas incluyó un centro de Bravo, de costa a costa con efecto hacia afuera, que el caboverniano remató a los pies de Corona. Quiso sorprenderlo en el viaje, pero el veterano portero no claudicó.
Cruz Azul siguió sin comparecer en el Estadio ídem. Extraviado Leao, Guerrón en Ecuador (o en el pasado) y Rojas hacía gambetas consigo mismo. Eso sí, la ocasión más peligrosa del primer tiempo la firmó el último, un bombazo desde la frontal que quemó los guantes de Marchesín. Poco después, Peñaloza entró en acción, aunque sin debate sobre su sentencia. Conexión Ecuador: envío de Rojas y sello de Guerrón, puesto con la frente. El árbitro invalidó la transferencia. En un pestañeo, Izquierdoz logró el remate de cabeza perfecto: salto imperial, la cabeza hundida sobre sus hombros, las piernas recogidas. Corona cayó con una pose de estampa. El remate de cabeza que dictan los manuales.
Tomás Boy apeló a su pizarra para corregir el camino. El metrónomo de Vázquez suplió al cincel de Torrado. Con el español en el campo, la Máquina se encontró consigo misma. Ocurrió que la mala puntería de los cementeros convirtieron a Marchesín en figura. Primero Guerrón, remate seco que el argentino repelió inspirado en Gordon Banks; luego Benítez, un testarazo calca y un vuelo de Marchesín inspirado en el Hombre Araña. Antes, otro punterazo de Guerrón también había sido borrado de los registros. Y entonces, el aquelarre. Guerrón, Molina y Corona saltaron para alcanzar un ave maría. El ecuatoriano remató, a saber, con la mano. Carambola. Caída múltiple. Rayos y centellas. Cualquier cosa. La mano de Peñaloza apuntó al círculo de cal pero luego revocó su sentencia. El partido terminó en un estado de incertidumbre: nadie supo qué ocurrió. La única certeza: que los partidos de Cruz Azul son fascinantes.