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AMÉRICA VS TIJUANA

Al 'Piojo' le llovieron aplausos y goles en su regreso al Azteca

El América goleó 6-1 a los Xolos de Tijuana con una gran actuación de Darwin Quintero. Quinto triunfo consecutivo de las Águilas, líderes momentáneos de la liga.

México DFActualizado a
Al 'Piojo' le llovieron aplausos y goles en su regreso al Azteca
ALFREDO ESTRELLAAFP

"La mayoría de los males les vienen a los hombres por no quedarse en casa", sentenció Blaise Pascal. No se inspiró, evidentemente, en Miguel Herrera, pero la frase podría quedarle como traje a la medida. Con sus sostenidos, el devenir del 'Piojo' tras haber entregado las llaves de su oficina en Coapa no ha sido una verbena. De la Selección salió enemistado hasta con su propia hija, una cláusula le privó de dirigir a la campeona de América y en Tijuana son más las noches de desasosiego que de juerga. Hoy volvió a 'casa', en la que su cuerpo, en éxtasis, se fundió con la tormenta de mayo y los corazones azulcremas. Pero "El Piojo' ya había salido del hogar, y el hogar no perdona el abandono. 

Cobijado por sus antiguos caseros, Herrera entró al Azteca con las escopetas sin seguro. Reconoció todo y le invadió la nostalgia. El olor a cerveza que emanaba tras las puertas; el jardín, tan verde como lo recordaba; los asientos de piel, con su silueta aún marcada. El hogar que abraza, conforta, alivia. Hogar, dulce hogar. Eso sí, la cocina estaba en remodelación. Pese al pequeño despropósito, Herrera se dejó abrazar por su morada. Salió al jardín, quitó la correa a la jauría de xoloitzcuintles que llevaba consigo y se sentó en su poltrona de piel roja mientras los caninos revoloteaban por el césped. A disfrutar del sol. Del hogar.  

Ocurrió que un cachorro, que responde al nombre de Hauche, mordió a un inquilino. La herida, no muy grave, causó escozor en el resto de los huéspedes, que urdieron un motín para expulsar a Herrera de la mansión, con todo y su séquito. Su virulencia y la de sus acompañantes motivaron dudas sobre su verdadera intención al regresar al terruño. ¿Armas cargadas? ¿Caninos imberbes? No, aquí no. La rebelión, que consistió en golpear 20 veces en 90 minutos la puerta de su recámara, cortar el suministro de agua caliente y electricidad, y servir veneno en los platos de comida de los perros, fue maquinada por Darwin Quintero y Oribe Peralta. William Da Silva, mucho menos diplomático, se encargó de la dosis de violencia. Oribe, con un cabezazo que atarantó a Gandolfi mostró las verdaderas intenciones de los azulcremas. William, con un sablazo que rasguñó las piernas de Gandolfi (pobrecillo), ocasionó las primeras sospechas en "El Piojo". "Algo ha cambiado aquí". Aún faltaba lo peor. 

Goltz (testarazo que Vilar dejó pasar con pasmosa negligencia), Quintero (doblete, uno de ellos en una maniobra inspirada en Carlos Tévez; velocidad, amague y punterazo) y Benedetto (anotó como quien deposita los restos de la comida en el bote de basura) colmaron la paciencia de Herrera, quien, con lágrimas en los ojos y mil vituperios en los labios, amarró el pañuelo, entregó las llaves, y salió de la casona convencido de que su hogar había dejado de serlo. "Cuando por fin regresas a tu tierra, descubres que no era tu vieja casa lo que extrañabas, sino tu niñez", recitó Salustio. No, 'Piojo'. Ya nada es lo mismo.