El Tri Olímpico no levanta cabeza y ahora fue goleado
Portugal endosó una derrota contundente al equipo del 'Potro' Gutiérrez, que no generó una ocasión clara en 90 minutos. Segundo tropiezo en la gira europea.
Tres días después del descalabro contra Japón, la Selección Mexicana Sub 23 volvió a perder y empeoró su crédito rumbo a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. 0-4 ante Portugal. Sin capacidad de reacción, sin fútbol, sin orden. Faltan casi cuatro meses para los Juegos y el panorama se ha ensombrecido para los pupilos de Raúl Gutiérrez. Justo lo que no necesitaba.
El primer tanto fue un presagio de cómo se desarrollaría el partido: pase retrasado de Salcedo, intercepción de Jota y definición en puerta abierta, Gudiño sometido en el piso. El gol asestó un nocaut definitivo. Los 79' restantes, México estuvo 'groggy', incapaz de recuperarse de las secuelas del golpe. Líneas inconexas, salida problemática de balón, desconcierto defensivo. Si el 'Potro' había trazado un plan, éste había fallado estrepitosamente.
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Rubén Neves, jugador el Porto, facturó el segundo al encontrarse con un balón que venía rechazado del poste derecho de Gudiño. Entró muy fácil, sin marca en el corazón del área. Y siguió el caos, aún después del descanso. Espericueta volvió a perder el balón en la salida, robo de Ramos, cesión a Martins y definición con guante al poste contrario. México, a trancas y barrancas, forzó dos ocasiones, aunque demasiado torpes: un tropezó de Fierro citó a 'Poncho' González con el arquero, quien achicó a tiempo para repeler el disparo; y Zaldívar se tuteó con Bueno para terminar con un disparo más cercano al tiro de esquina que a la meta.
La debacle terminó cuando Briseño impidió que Martins maniobrara con el balón controlado en el área. El árbitro lo consideró como falta y Ricardo Horta, futbolista del Málaga, clavó el cuarto. Si esta Selección es candidata a la medalla olímpica tendrá mucho que trabajar. Y si lo logra, habremos de recordar este partido como el principio de todo. Malas, hubieron muchas. La buena, aún queda tiempo. No mucho, pero algo queda.