La Máquina vuelve a naufragar y empata ante los Tiburones
Partido típico en el Estadio Azul: los celestes iniciaron muy enjudiosos y terminaron en caos. Fabio Santos abrió el marcador y Furch igualó de penalti.
La cereza del pastel de una temporada abominable para el Cruz Azul era perder el pase a la liguilla recurriendo a los mismos yerros que le han condenado: dejación, melancolía, desesperación. La Máquina sumó otro episodio de esperpento en el Estadio Azul al empatar a uno frente a los Tiburones Rojos de Veracruz. Las matemáticas confieren esperanza a los celestes, no obstante. Pero no la quiromancia: los milagros no asisten al Cruz Azul.
Los guiones se repiten con pavorosa frecuencia en la colonia Nochebuena: inicio eléctrico, tránsito lento hacia la aflicción, estado de sopor y un final desquiciado. Los partidos en el Azul recorren todas las emociones, y no precisamente las buenas. La lesión de Corona, al chocar con Andrade cuando el partido amanecía, fue la primera pista en la trama de que el final sería el mismo. Lo único fiable en el Azul son los malos presentimientos. Minutos después, Rojas desbordó y sirvió un pase para Benítez, cuyo impacto fue rechazado por Paganoni en línea de gol. Gol en defensa. El viento apuntaba hacia la meta de García. Fue entonces cuando Lucas Silva apuntó al resquicio mínimo que quedaba entre las cutículas de García y su poste derecho. Brochazo. Caricia. Todo dentro de guión.
Reinoso ordenó más fiereza a su escualo, cadencioso cuando quiere, brutal cuando debe. El tirito bombeado de Peñalba, embolsado por Allison, simbolizó el renovado nivel de intensidad jarocho. Cruz Azul, puntilloso y vertical, atacaba en tromba, siempre con la mirada fija en el arco de García. Rojas y Benítez, flechas sin retorno, mantenían ocupados a Leobardo López y Paganoni. El gol de Furch, borrado por la bandera del linier, también sirvió como premonición. Punterazo exquisito en offside. Todo dentro de guión.
Abierto el telón tras el intermedio, Veracruz acentuó sus pretensiones. Furch, siempre inquieto, casi emboca de cabeza, al tiempo que la Máquina perdía carbón y velocidad. Al final, también perdió la razón. Fabio Santos cargó a Furch y Peñalba partió el marco de Allison con su disparo desde el punto de penal. De la zozobra, los celestes degeneraron a la esquizofrenia. Los testarazos de Vuoso, los disparos de Rojas, las barridas de Noya. El Cruz Azul terminó desquiciado, lágrimas de rabia, las venas saltarinas sobre su cuello, el rostro colorado, compungido. Todo dentro de guión.
16 puntos permiten al Cruz Azul mantenerse en pelea por un boleto hacia la liguilla. Pero los milagros, sabemos, ya no le asisten.