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Benjamín Paredes no deja de correr

Campeón panamericano en 1995, diploma olímpico en Atlanta ‘96, fue una referencia de la maratón mexicana. Hoy, intenta dejar un legado mediante sus experiencias.

Ciudad de MéxicoActualizado a
Benjamín Paredes no se detiene
Eduardo López

A las 20:00 horas, en punto, Benjamín Paredes pasa lista. Están los que están. Y los que no, deberán alcanzarlos. “El deporte te hace ser responsable, llegar temprano, ser puntuales, estar antes de los atletas. Así debe ser, para que las cosas fluyan”, suelta después de haber dado un par de vueltas al circuito mientras sus pupilos jadean y exprimen hasta sus últimos alientos.

Son más o menos 30 alumnos. Uno a uno saludan a Benjamín. A ‘Benja’ no se le va un solo nombre. Los conoce a todos. Sabe quién corre qué distancia, quién falla en los últimos metros, quién está empezando, quién necesita menos vueltas para llegar al límite, quién lleva mejor ritmo. A las 20:00 horas, en punto, inicia la sesión a pie de la Fuente de las Ninfas, en el Bosque de Chapultepec. Una noche diáfana y tibia, óptima para correr. ‘Benja’ dirige, junto con su staff de cuatro personas, los primeros ejercicios de estiramiento: piernas rectas, pie levantado y manos tocando las puntas, rodillas en suelo alternadas a cada paso, pequeños trotecitos para desamarrar los músculos. Ya es hora. El grupo se parte: unos darán cinco vueltas; otros, cuatro; unos más, tres. Cada cual, a ritmos distintos. “Lo importante es que se vayan ayudando entre ellos y progresando poco a poco”, explica.

Los logros de ‘Benja’ siguen frescos en su memoria. Empezó en el frontón y el ciclismo desde muy joven. Egresó de la Escuela Militar de Educación Física y Deporte en 1982 e incursionó en el atletismo cinco años después, bajo la batuta del histórico Rodolfo Gómez. Fue campeón centroamericano de maratón en 1993, en Ponce, Puerto Rico. Segundo del Maratón de Nueva York, en 1994. Medalla oro en los Juegos Panamericanos de 1995, en Mar del Plata. Octavo lugar en los Juegos Olímpicos de Atlanta ‘96. Ganador del Maratón de la Ciudad de México en 1997. Su mejor marca fue en Rotterdam, 2:10, poco antes de coronarse en Nueva York. “Todos fueron muy buenos momentos. Haber estado en los Olímpicos... es algo que siempre soñé desde que empecé a correr. Qué más quisiera una medalla, pero a veces es difícil por el nivel que hay en el atletismo, pero uno hace su mejor esfuerzo”, recuerda.

No quedó muy lejos ‘Benja’ de las medallas en Atlanta ‘96. Guarda su diploma olímpico con gran satisfacción. “No pensaba en llegar en los primeros 10. Cuando vi la posibilidad, me emocioné mucho. En la historia del atletismo mexicano, solo tres mexicanos han estado en los primeros 10 lugares: Rodolfo Gómez, mi entrenador; Germán Silva, y yo. No es algo fácil. Es lo que les digo a mis alumnos. Hay que venir a hacer historia. Una historia personal, si quieres, con las mejores marcas personales. Es la satisfacción que nos vamos a llevar al final de nuestras vidas. Haber hecho algo que quisimos hacer. Dar lo mejor de nosotros”, rememora mientras analiza el trote de sus pupilos bajo la luz de los focos.

Benjamín Paredes prepara a sus alumnos en El Bosque de Chapultepec
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Eduardo López

Desde 2003, ‘Benja’ ejerce principalmente como entrenador. Tiene más de 250 alumnos en siete distintas locaciones: Villa Olímpica, Comité Olímpico Mexicano, Chapultepec, Parque La Mexicana, Toluca, Ciudad Juárez y Morelia. El enfoque es inculcar su filosofía de vida, la que rigió su carrera deportiva, a sus aprendices. ‘Benja’ no quiere descubrir al nuevo Kipchoge, aunque no estaría mal, sino ayudar a quien lo necesite a sentirse mejor consigo mismo. “La idea es seguir apoyando a la gente e impulsarla. Algunos quizá tienen la capacidad para representar al país. Otros son aficionados, lo hacen de forma reacreativa, pero quieren participar en carreras de 10 km, mejorar y sentirse bien. El ejercicio te da muchas satisfacciones. Aquí estamos desde hace muchos años y aquí seguiremos, mientras tengamos salud”.

A la distancia, ‘Benja’ observa con cierta desesperanza un declive en el atletismo mexicano. La ausencia de planes institucionalizados a largo plazo y la comodidad del deportista son las principales razones que detecta Paredes. “Algunos piensan que uno tiene la obligación de estar detrás de ellos, como una niñera, cuando ellos son los que deben estar más interesados. Tiene uno que estarlos buscando. Luego, uno se cansa. En nuestra época, nosotros estábamos ahí, al pie del cañón con el entrenador. Esa es la diferencia, la humildad del atleta. El obedecer, hacer caso”. ‘Benja’ piensa, a pesar de todo, que el deporte es un vehículo para contribuir a sanar el tejido social. Y es por eso que sigue en las pistas, en las carreteras, en los caminos, desde las cinco de la mañana, a diario, decenas de medallas después: “Muchas cosas hoy se han perdido, y no solo en el atletismo, sino en la sociedad. Hemos perdido muchos valores. Por eso mismo también ha decaído el deporte, pero el deporte mismo también te enseña otras cosas. Hace que las cosas fluyan”.