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100 HISTORIAS MUNDIALISTAS

El karma alcanza a Inglaterra 44 años después; el gol ‘fantasma’ de Lampard que lo cambió todo

Inglaterra fue campeón mundial en 1966 gracias a un gol del cual aún hay dudas sobre si pasó la línea. En Sudáfrica 2010, la historia se repitió, a la inversa.

Ciudad de MéxicoActualizado a
El karma alcanza a Inglaterra 44 años después; el gol ‘fantasma’ de Lampard que cambió todo
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En el fútbol las historias suelen repetirse. Es un bucle vital. Un ciclo kármico. Muchas veces, con el exacto efecto contrario a su primera aparición, pero el mismo espíritu, la misma esencia. Y eso sucedió en Sudáfrica 2010, la reedición opuesta de un episodio clásico en la historia de las Copas del Mundo y del fútbol mismo.

El gol de Geoff Hurst es toda una leyenda. ¿Entró o no entró la pelota? Ya llegará la turno de recordar paso por paso lo que ocurrió aquel 30 de julio de 1996. Nos quedaremos con que, aquel balón que botó sobre (o no) la línea de gol alemana y luego salió disparada hacia el cielo londinense definió al ganador de un Mundial de fútbol. La suerte (y el veredicto del árbitro asistente, el siempre polémico Tofiq Bahramov) cayeron del lado inglés. Bobby Charlton tomó el trofeo Jules Rimet de manos de la Reina Isabel I e Inglaterra dio inicio a su monarquía de cuatro años en el fútbol mundial. En Sudáfrica, la suerte y el veredicto arbitral no correrían del lado de los ‘Tres Leones’.

Alemania ya se había cobrado venganza en varias ocasiones. Die Mannschaft eliminó a sus máximos rivales de los cuartos de final de México ‘70 (2-3 en León) y de las semifinales de Italia ‘90 (1-1 y 4-3 en penaltis). Pero ninguna con el beneplácito de una decisión arbitral favorable. Y por fin sucedió. 46 años después, pero sucedió. Fue en Bloemfontein, el Estadio Free State, el 27 de junio de 2010. Una nueva cita entre dos ‘enemigos’ mutuos. La Alemania de Joachim Löw. La Inglaterra de Fabio Capello. Todos los ingredientes estaban puestos. El resultado: un clásico del fútbol moderno.

El gol anulado a Lampard en 2010 fue el precursor de la implementación del VAR
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El partido arrancó a tambor batiente. Un intercambio de golpes que no dejó noqueado a ninguno. Tanteo feroz sin apretar los puños en demasía. Eso sí, Alemania parecía tener un mayor poder. Y llegó el minuto 20, cuando Miroslav Klose pilló a Upson, la pelota botó con truco hacia la portería de James; Klose ganó la posición y se lanzó en banda, con la pierna derecha endilgada, para impulsar el balón a las redes antes de la embestida de James. 12 minutos después, un volcánico contragolpe lanzado por Özil, terminó en los pies de Podolski, cuyo disparo excesivamente cruzado y potencialmente destructivo encontró trayectoria rumbo a las redes. 2-0. ¿Game over? No aún.

Inglaterra sacó fuerzas de flaqueza. Capello se despojó de complejos y mandó a quemar las naves. Entonces, al 37′, Gerrard apareció en el sector derecho, en los linderos del área alemana, colgó la pelota y Upton, quien había abandonado su posición para incursionar en el milagro, la dejó llegar hacia su frente. Incluso hizo hacia atrás su cabeza para amortiguar el disparo: un remate de pura técnica, impulsado por la mera trayectoria del balón. La salida en falso de Neuer facilitó las cosas a Upton, quien ya había redimido su error. 2-1. Aún había mucha historia.

Y vaya si la había. Solo un minuto después del tanto de Upton, en un arranque de furia inglesa, Jermain Defoe acarreó la pelota hasta la puerta del área grande, Per Mertesacker abortó la acometida, pero el rebote llegó al pecho de Frank Lampard. La acomodó con la pierna derecha para, acto seguido, impulsarla en trayectoria parabólica sobre la humanidad de Neuer. Un tiro de esperanza. De puro drama. La redonda pegó en el travesaño y cayó, claramente, tras la línea de cal: al menos medio metro en zona de gol. Cuando rebotó, Neuer la apresó como si nada hubiera pasado. Lampard gritó desaforado, levantó los brazos victorioso y, luego, volteó a ver al árbitro asistente, por si se encontraba a Bahramov en el fondo. Pero no. Era el uruguayo Pablo Fandiño. Su mirada azul se sumió en la desesperación y sus puños victoriosos terminaron convertidos en manos que tapizaban su cabeza. No. Nadie lo creía.

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EDDIE KEOGHREUTERS

La transmisión internacional cortó a la imagen de archivo. De Bloemfontein a Wembley. El partido rebobinó 44 años. Geoff Hurst da la vuelta en el área alemana. La redonda pegó en el travesaño y cayó, no muy claramente, sobre la línea de gol. Jorge Larrionda validó el veredicto de sus asistentes. Juegue. No, no había VAR. Y no, nadie lo creía. Flash forward, Özil lanza un misil que pasa cerca de James. No ha pasado nada acá. Mientras la imagen se repite hasta la saciedad en las televisiones del mundo, la FIFA preparaba el camino definitivo hacia la revolución tecnológica. Si el fútbol no fue el mismo después del ‘gol fantasma’ de Hurst, tampoco lo fue tras el de Lampard. El escándalo fue mayúsculo. La Federación Inglesa emitió una queja formal a la FIFA. Los programas deportivos en todo el globo prepararon sesudas tertulias en favor de la implementación tecnológica en el fútbol. Finalmente, en diciembre de 2016, el VAR se presentó ante el mundo. Todo comenzó aquel 27 de junio en Bloemfontein.

Alemania ganó el partido 4-1 y avanzó a los cuartos de final, donde destrozó a la Argentina de Maradona (4-0). Los dos goles restantes de Thomas Müller son meras anécdotas. El fútbol ya había cambiado. Y el karma ya había alcanzado a Inglaterra. Aunque fuese 44 años después.