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Copa Libertadores

Los Diablos apelan al corazón para someter al Gremio

El equipo de Cardozo jugó con 10 jugadores casi una hora y venció a los gaúchos con doblete de Triverio en su debut en Libertadores.
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Toluca
Los Diablos apelan al corazón para someter al Gremio

El Toluca, corazón valiente, triunfó en su debut en la Copa Libertadores. 2-0 sobre el Gremio, acto de fe mediante. Enrique Triverio, Enrique "El Grande" apodan en la 'Ciudad Fría', torturó hasta la locura a la zaga gaúcha. Su doblete alivió a los Diablos de Cardozo, tan ruines en las últimas semanas, que incluso tuvieron que soportar con la expulsión de Velasco y de Cardozo. No ha sido el Toluca, precisamente, un equipo de verbena a lo largo del año. Pero la Libertadores es otra cosa. Es curativa, es grandiosa. Y se gana con corazón. Vaya si lo sabrá 'Kike Gol'.

Un disparo alto de Ortíz sembró el pánico en la meta gaúcha. Poco después, un desborde del 'Jerry' Flores, tren de alta velocidad, causó una volea amenazante de Triverio. Siguieron los Diablos, muy vivarachos, desgarrando las costuras que unían a Fred y Geromel. El 'strike' con polvo de Triverio, si bien muy lamentado por la feligresía toluqueña, confirmó que los escarlatas habían sido sometidos a una suerte de terapia grupal. Los primeros minutos de tortura provocaron un cónclave entre Giuliano, Wallace y Edinho; podemos interpretar el tema de la tertulia, a juzgar por su lenguaje corporal: quizá un intento fatuo para invocar a los espíritus del Gremio del '96, o un debate sobre si es legal jugar con máscaras de oxigeno. La conjura funcionó de inmediato. El alma de Ronaldinho poseyó a Douglas, embrujó a Da Silva y citó a Luan con Talavera; todo perfecto, de no ser porque el delantero brasileño abrió en demasía su botín derecho.

El Gremio recargó baterías y autoestima tras el episodio sobrenatural que sufrió Douglas. Maicon desembuchó una bala de goma que Talavera tuvo algún apuro para atajar. La tropa de Machado, más hidalga que su imagen de inicio, reposó sobre los hombros de Edinho, futbolista de carnaval. Entonces, Velasco y Douglas se trasladaron a un octágono de la UFC. El toluqueño asestó un puñetazo, del que estaría muy orgulloso Conor McGregor, a la mandíbula del brasileño. El juez Vargas, instruido en la draconiana justicia boliviana, envío al exilio a 'Moi'. Su dictamen desató el aquelarre. La caseta del Gremio emergió furibunda ante las rezongas de los suplentes 'escarlatas' y los azotes del público. Estadio frío, suelen decirle. No reproduciré la palabra que dedicaron, furiosos, a los gaúchos. Podrán imaginarla. El Nemesio Diez, entonces sí, transfiguró en infierno. El improperio retumbó hasta las lagunas del Nevado del Toluca. Quizá hasta Porto Alegre. Eso sí, ninguno de los gritos devolverán a Velasco al campo ni serán capaces de rebobinar el tiempo. Los Diablos, misteriosamente, encontraron fuerza en memoria del compañero desterrado. Un cabezazo de Ortíz, embolsado por Grohe, demostró que si el Toluca moría sería con el trinche entre los dientes.

El arrojo de los Diablos, si cabe más lastimados por el exilio de Cardozo, expulsado por su furibundo reclamo al medio tiempo, fue un mazazo para un Gremio adormecido. Segundos después del campanazo, Rodríguez envío un centro que Triveiro remató, en el segundo poste, con un frentazo parabólico que reposó en las redes gaúchas. El Nemesio Diez se liberó. Los Diablos, rebosantes de valentía, se creyeron capaces de todo. Entonces, un contragolpe de relámpago, maquinado por Triverio, continuado por Cueva y desfalcado por Ortíz, quien tiró a las piernas de Grohe, confirmó una hipótesis que explicaría los desatinos del Toluca durante del año: los Diablos deberían jugar con 10, no con 11. El volado de Velasco fue producto de una concienzuda planeación táctica, asumamos.

Ortíz y Ríos, cada uno con dos tareas distintas a cumplir tras la expulsión de Velasco, cortaron los circuitos de Maicon y Da Silva apagó a Douglas. Entre el tesón de Flores, que impresionó a Marcelo Oliveira, y el estadio de gracia de Esquivel, nuevo huésped del alma de Ronaldinho, el Toluca respiró, se regodeó, se gustó. Ocurrió que Triverio, un pura sangre, venció a Geromel con un 'sprint' inspirado en Usain Bolt. El defensor brasileño, un remiendo de David Luiz, no tuvo mayor remedio que fulminarlo. El santafecino, la versión argentina de William Walace, partió por la mitad el arco de Grohe.

El partido agonizó envuelto en el 'Cielito Lindo', la banda sonora de las épocas de Cardozo enfundado de rojo. Las buenas épocas, aún claman. Triunfos son amores, tanto que ya nadie pide la dimisión de Cardozo como en el partido ante el Atlas. Al final no llegaron las máscaras de oxígeno para los futbolistas del Gremio y los Diablos ensayaron chilenas y cambios de frente de 70 metros. Un carnaval en la fría Toluca, pues. La visita al Nuevo Gasómetro, el próximo 2 de marzo, confirmará si el gigantismo cardiaco del Toluca no ha sido flor de un día.