La inocencia de la Liguilla

Ciudad de México

Mi padre nos explicó la Liguilla de una forma sencilla: el juego cambia, nos decía, porque se trata de hacer goles, no de sumar puntos. Con esa didáctica paternal entendimos dos conceptos infantiles: que durante el torneo regular el futbol era ordinario, y que en la Liguilla debía ser extraordinario. De niños el futbol callejero tenía una código secreto: “gol gana” le llamábamos a esta norma tan antigua como el juego; gana el partido el equipo que hace un gol más que su rival. No nos gustaban los empates porque eran aburridos, daban la sensación de promover una tregua empalagosa. Así que el empate era momentáneo, al irse la luz el partido se dejaba como estaba y se continuaba al día siguiente en la misma banqueta y a la misma hora hasta encontrar un ganador. Con esa sencillez jugábamos a meter goles en todos los partidos y esperábamos que nuestros equipos hicieran los mismo en sus estadios o al verlos por televisión. No preguntábamos cómo va el resultado, sino cuántos goles llevan, porque la lógica con la que vivíamos el futbol era elemental: si no hay goles, no hay futbol. Entendimos también el profesionalismo cuando vimos por primera vez en nuestras vidas un empate a cero: empatar a cero goles era cosa de mayores, un partido así solo podía verse en Primera División. Jugaban los Atletas Campesinos, ascendidos por Antonio Carvajal, pero que terminarían la campaña dirigidos por Roberto Matosas y reforzados por Gassire, Estupiñán, Cándido y Leonardo Cuellar; contra el legendario Cruz Azul de Miguel Marín, que meses después se retiraría al sufrir un infarto; con Toribio, Cornero, Mendizábal, Jara Saguier y Montoya dirigidos por Nacho Trelles. Al terminar el partido, cero a cero, preguntamos por qué estos equipos no habían metido goles. Papá, con sabiduría llana nos explicó: porque ninguno de los dos quiso perder. Así entendimos que para marcar goles había que arriesgar, por lo que nuestra siguiente pregunta fue: ¿papá, cuando empieza la Liguilla? Aquella temporada hubo dos Liguillas: la del descenso en la que Atlas venció al Unión de Curtidores, y la del campeonato que perdió el Cruz Azul, ya sin Miguel Marín en el campo, contra los Pumas de Hugo Sánchez, Manzo, Ferretti, Spencer, “Pareja” López, Negrete y Gustavo Vargas dirigidos por Bora Milutinovic. Fue la primera Liguilla que viví.

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