La camiseta fuera del campo
Hace unos días se hizo viral un vídeo del ‘Gullit Peña’ saliendo de un restaurante en muy malas condiciones. Cómo cualquier tema que explota en redes sociales, los comentarios no se hicieron esperar. El tema evidentemente se polarizó.
Muchas personas criticaban el estado del futbolista, argumentando que es un ejemplo, un atleta y que es lamentable que se presente en un lugar público en esa situación; del otro lado de la moneda, había quien se molestó por la falta de privacidad para una persona pública que estaba fuera de tiempo y lugar de trabajo.
Actualmente todo mundo es un periodista y tenemos al alcance de las manos mucho poder. Todos vivimos en la posibilidad de ser el próximo fenómeno en redes sociales, porque estamos en la latente amenaza de ser captados con una cámara y expuestos al mundo entero, literalmente.
¿Qué tan publica debe de ser la vida de un atleta? ¿Es su responsabilidad ser ejemplo? ¿Lo es todo el tiempo? ¿Es sano tener momentos lúdicos o recreativos? ¿El deporte de élite los orilla a tener que escaparse por un momento de la realidad, por la presión que los mismos aficionados o medios generamos?
Maradona dijo: “Déjenme vivir mi vida. Yo no quiero ser un ejemplo”. Y lo cumplió. Maradona es un referente del fútbol, es un histórico, pero nadie me negará que no puede ser un ejemplo. Jamás se me olvidará la escena de Diego Armando en el Mundial de Rusia 2018, en el palco oficial de la FIFA en el partido de Argentina vs. Nigeria, donde vivió 90 minutos de excesos que lo llevaron a estar varios días hospitalizado y a perder su posición como portavoz del máximo organismo del fútbol.
¿Cómo decirle a un niño que el responsable de aquel espectáculo es uno de los mejores de la historia? ¿Qué motivaría a enseñar un vídeo de Maradona y que sea el modelo a seguir de un niño, incluso en sus mejores años como futbolista? Muy peligroso.
El ser deportista implica tanto que, más allá de la fama, debes de ser ejemplo. Porque en el éxito de un deportista están implícitos los valores deportivos. No existe uno sin el otro, punto. No puedo ser tan rigurosa como para plantear que un deportista no tenga momentos de ocio, lúdicos, de distracciones o incluso excesos. Pero debe saber que siempre será un ejemplo, mucho más si es un ídolo en su rama.
No voy a crucificar al ‘Gullit’, me parece que lleva más responsabilidad quién lo cazó para poder tener cinco minutos de atención en un vídeo que claramente se hizo para dejar en mal lugar al futbolista; pero Peña, como muchos otros, deben de saber que la camiseta se viste incluso fuera del campo.