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¿Por qué las automotrices no venden sus autos directo al consumidor?

La respuesta, que va más allá de la simple comodidad, involucra una compleja red de factores económicos, logísticos y estratégicos.

Luis Hernández del Arco
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Es más que evidente que la industria automotriz es un sector complejo y fascinante, lleno de intrincados procesos que van desde el diseño y la fabricación hasta la venta y el mantenimiento de los vehículos.

Sin embargo, una de las preguntas que surge con frecuencia es: ¿por qué los fabricantes de automóviles no venden sus productos directamente a los consumidores, eliminando a los intermediarios, es decir, los concesionarios?

A primera vista, la venta directa podría parecer una opción lógica y eficiente, pero al analizar el panorama con mayor detalle, la realidad es mucho más compleja y llena de matices.

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Las razones por las que las automotrices no venden sus autos directo al consumidor

Primero, es importante entender que la fabricación de automóviles es una tarea titánica. Casi todas las empresas automotrices invierten miles de millones de dólares en investigación, desarrollo, diseño, ingeniería y producción. Asimismo, deben cumplir con estrictas regulaciones de seguridad, emisiones y calidad en cada país donde operan. Por lo tanto, enfocarse en la venta directa al consumidor significa desviar recursos y atención de su principal competencia: crear vehículos innovadores y de alta calidad.

Segundo, la venta de automóviles es un proceso que requiere una infraestructura especializada y un profundo conocimiento del mercado local. Por otro lado, los concesionarios han desarrollado una red extensa de instalaciones, personal capacitado y experiencia en la gestión de ventas, financiamiento y servicio postventa. Entonces, establecer una red similar para la venta directa implicaría una inversión enorme para los fabricantes, sin garantía de éxito.

Tercero, los concesionarios desempeñan un papel crucial en la experiencia del cliente. Los vendedores en los concesionarios están capacitados para comprender las necesidades individuales de cada comprador, ofrecer asesoramiento personalizado y guiar a los clientes a través del proceso de compra. Igualmente, los concesionarios ofrecen servicios de prueba de manejo, una parte fundamental en la decisión de compra de un vehículo. Por consiguiente, replicar esta experiencia personalizada a gran escala sería un desafío logístico importante para los fabricantes.

Cuarto, los concesionarios actúan como un intermediario financiero crucial. De hecho, la mayoría de los consumidores financian la compra de sus vehículos. En consecuencia, si los fabricantes vendieran directamente, tendrían que asumir la tarea de gestionar el financiamiento, lo que implicaría un riesgo financiero adicional.

Quinto, los concesionarios también desempeñan un papel importante en el servicio postventa y el mantenimiento de los vehículos. Cuentan con talleres especializados y técnicos capacitados para realizar reparaciones, mantenimiento y servicios de garantía. En cambio, para los fabricantes, establecer una red de servicio postventa a nivel nacional o global sería una empresa costosa y compleja.

Sexto, los concesionarios son expertos en el mercado local. Comprenden las preferencias, tendencias y necesidades específicas de los consumidores en su región. De este modo, pueden adaptar sus estrategias de marketing y ventas para satisfacer la demanda local de manera efectiva. Es decir, los fabricantes tendrían dificultades para replicar este nivel de conocimiento local sin una presencia física significativa en cada mercado.

Séptimo, la relación entre fabricantes y concesionarios es una asociación simbiótica. Los fabricantes se benefician de la red de distribución, la experiencia en ventas y el conocimiento del mercado local de los concesionarios. En contraste, los concesionarios se benefician del prestigio de la marca, la calidad de los vehículos y el apoyo de marketing del fabricante. Esta relación ha demostrado ser exitosa durante décadas, por lo cual cambiarla radicalmente podría tener consecuencias imprevistas.

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Octavo, la competencia entre concesionarios beneficia a los consumidores. Cuando varios concesionarios compiten por el mismo cliente, se ven obligados a ofrecer mejor servicio. Por ende, esto crea un entorno más favorable para el consumidor. En un modelo de venta directa, la falta de competencia podría llevar a precios más altos y menos opciones para los compradores.

Noveno, el modelo de concesionarios permite a los fabricantes concentrarse en su “core business”: diseñar y fabricar vehículos. En otras palabras, les permite delegar la responsabilidad de la venta y el servicio al cliente a expertos en esas áreas. Dicho de otro modo, esto les permite optimizar sus recursos y enfocarse en la innovación y la mejora de sus productos.

Décimo, la legislación en muchos países protege el modelo de franquicia de concesionarios. Estas leyes se implementaron para evitar que los fabricantes dominen el mercado y para proteger a los pequeños y medianos empresarios que poseen concesionarios. De ahí que, cambiar a un modelo de venta directa podría implicar desafíos legales y regulatorios significativos en varias regiones.

Ahora bien, es importante reconocer que la industria automotriz está en constante evolución. Con el auge del comercio electrónico y la creciente popularidad de marcas como Tesla, que ha implementado un modelo de venta directa con cierto éxito, plantean interrogantes sobre el futuro del modelo tradicional de concesionarios. Sin embargo, incluso Tesla ha encontrado dificultades en su expansión y ha tenido que recurrir a la apertura de algunas tiendas físicas y centros de servicio.

Aun así, el modelo de concesionarios ha demostrado ser resistente y adaptable. Muchos concesionarios están invirtiendo en plataformas digitales, mejorando la experiencia del cliente en línea y ofreciendo servicios de compra y entrega a domicilio. Por ello, es probable que el futuro de la venta de automóviles sea un modelo híbrido, que combine lo mejor del mundo físico y el digital.