¿Por qué BYD tiene un estudio de cine en México? Así es el Vision Center
Cómo este laboratorio creativo de alta tecnología y estrategia define el futuro de la marca en Latinoamérica, lejos de los reflectores tradicionales.
Al cruzar la puerta, la ciudad ruidosa se desvanece y uno entra en una atmósfera que mezcla la asepsia de un laboratorio con la calidez de un estudio de arte. No estamos en un concesionario, y definitivamente esto no es solo una oficina; es el punto neurálgico donde la BYD ha decidido centralizar su narrativa visual para toda la región.
Lo primero que golpea la vista no son los autos, aunque ahí descansa imponente un modelo deportivo bajo luces de estudio; es la infraestructura. Es evidente que aquí no se escatimaron recursos. La inversión salta a la vista, no por el lujo ostentoso, sino por la precisión tecnológica.
Uno de los responsables del lugar nos comenta, casi como quien comparte un secreto de estado, que el equipo de cámaras incluye la DJI 4D, una joya de la ingeniería cinematográfica que raramente se ve fuera de grandes producciones de Hollywood. Tener ese nivel de “fierros” en casa cambia el juego por completo.
Un puente cultural de alta velocidad
La existencia de este espacio responde a una necesidad crítica que muchas marcas asiáticas tardan años en comprender: la traducción cultural. China tiene una estética impecable, obsesiva con la perfección, donde una mancha de polvo es un error imperdonable. Pero Latinoamérica respira de otra manera. Aquí buscamos la textura, la realidad, el camino vivido.
El equipo del BYD Vision Center lo sabe. Durante la visita, surgió una anécdota reveladora sobre la postproducción. Mientras que los directivos en Shenzhen prefieren imágenes inmaculadas, el equipo local entiende que un auto debe verse rodando, con la suciedad natural del asfalto, con “huella”.
Este centro funciona como ese filtro diplomático y creativo. Aquí se toman los insumos brutos y la filosofía oriental para procesarlos y entregarlos en un formato que conecte visceralmente con el conductor mexicano, chileno o colombiano. Es un trabajo de localización que va mucho más allá de traducir manuales; es localizar el deseo.
Tecnología al servicio de la narrativa
Subir a la planta alta permite ver otra faceta del lugar. Si abajo es donde ocurre la magia técnica con el ciclograma y los “dollys” moviéndose alrededor de los vehículos, arriba es donde se cocina la estrategia.
Hay una cocina, mesas largas de madera y espacios que invitan a la conversación distendida. Se siente como una startup de Silicon Valley incrustada en la estructura de un gigante automotriz.
Este diseño no es accidental. La idea es que los creativos y directivos tengan un ecosistema autosuficiente. Nos contaron que el personal clave no fue simplemente contratado y puesto a trabajar; fueron enviados a China durante tres meses. Imagina la inversión que eso representa. No solo es dinero, es tiempo.
Capacitar a un editor o a un fotógrafo bajo los estándares de la casa matriz para que, al regresar, tenga la libertad de aplicar ese conocimiento con sabor local. Ese híbrido de disciplina oriental y creatividad latina es lo que se respira en cada rincón del edificio.
El secreto de la expansión regional
Algo que llamó poderosamente mi atención fue la mención de que este modelo no se quedará estático. Se habla, casi en susurros, de un segundo centro planeado para el centro de México y la inminente apertura de una sede similar en Brasil.
Esto nos dice mucho sobre la agresividad comercial de BYD. No están aquí solo para vender coches; están aquí para construir una cultura.
Tener un BYD Vision Center propio permite una velocidad de reacción que las marcas tradicionales envidiarían. Mientras otros tienen que licitar campañas, contratar agencias externas y esperar semanas por aprobaciones y entregables, aquí se puede tener una idea en la mañana, rodarla al mediodía con la cámara DJI 4D y tenerla en edición por la tarde. Esa agilidad en la era de TikTok y el consumo inmediato de contenidos es una ventaja competitiva brutal.
La obsesión por el detalle
Al observar las estaciones de trabajo, se nota una obsesión por la calidad visual. Los monitores, las consolas de edición, todo está dispuesto para que el flujo de trabajo sea ininterrumpido.
Nos explicaban que, aunque el espacio físico para el estudio de fotografía podría parecer compacto (una “L” de unos seis metros, según cálculos rápidos), la magia ocurre en la postproducción.
Aquí es donde el software y el talento humano cierran la brecha. Pueden fotografiar un coche en este estudio controlado y, horas después, ese mismo vehículo parecerá estar cruzando el desierto de Gobi o recorriendo las calles de la Roma.
La capacidad de generar entornos virtuales realistas ahorra millones en logística y permite que la marca muestre sus productos en cualquier escenario imaginable sin sacar el auto del edificio. Es eficiencia pura.
¿Por qué importa esto para el consumidor?
Quizás surja la pregunta en qué beneficia esto al cliente, que está pensando en comprar un auto híbrido o eléctrico, que BYD tenga un estudio de cine. La respuesta es confianza y transparencia.
Que una marca tenga la capacidad de generar su propio contenido real, entrevistas y reviews técnicos en casa significa que están dispuestos a abrir las puertas de su tecnología.
Este BYD Vision Center también está diseñado para recibir. Tienen planeado usar las áreas recreativas para entrevistas, permitiendo que la prensa y los creadores de contenido escudriñen los vehículos con las mismas herramientas que usa la marca.
Eso denota una seguridad aplastante en su producto. No esconden el coche tras bambalinas; te invitan a ponerlo bajo el reflector más potente que tienen.
El futuro es in-house
Lo que estamos viendo aquí es un cambio de paradigma. Las grandes corporaciones solían tercerizar su creatividad. Hoy, el contenido es el rey y el tiempo es el recurso más escaso. Al internalizar la producción con un nivel de calidad cinematográfica, la firma asiática asegura que su mensaje llegue intacto, rápido y potente.
Brasil será el siguiente paso, consolidando una red de Vision Centers que funcionarán como nodos de una red neuronal que alimenta a todo el continente. La marca no solo está exportando litio y baterías Blade; está exportando una forma de hacer las cosas.
No se trata de vallas publicitarias estáticas, sino de una maquinaria viva, que respira y se adapta. Un lugar donde un equipo de diez editores y fotógrafos, armados con la mejor tecnología del mundo y la astucia local, están redefiniendo cómo vemos los autos del mañana.
Y todo esto sucede, discretamente, detrás de unos muros en la Ciudad de México, mientras la ciudad sigue su curso sin saber que ahí dentro se está editando el futuro.