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La nueva Toyota 4Runner no es la Tacoma hecha SUV: Es algo mucho mejor

Analizamos a fondo su nueva generación híbrida, una propuesta que prioriza la potencia todoterreno sobre la economía de combustible y redefine la versatilidad en el segmento.

La nueva Toyota 4Runner no es la Tacoma hecha SUV: Es algo mucho mejor
Luis Hernández del Arco
Actualizado a

La conversación sobre la Toyota 4Runner a menudo empieza con una comparación casi obligada con su hermana pick-up, la Tacoma. Es una asociación lógica y hasta cierto punto inevitable, dado que ambas bestias del camino comparten la nueva y robusta plataforma.

Sin embargo, encasillarla como una “Tacoma con cajuela” sería una simplificación que pasa por alto la verdadera esencia y el propósito que Toyota ha esculpido para este icónico SUV.

Realmente, lla 4Runner no solo ocupa un espacio diferente en el garaje, sino que responde a un anhelo distinto, uno que fusiona la adrenalina de la aventura extrema con una funcionalidad sorprendentemente dócil que se adapta sin quejas al caos diario de la ciudad.

Es una camioneta diseñada para quien sueña con horizontes lejanos durante la semana y, al llegar el fin de semana, simplemente apunta el cofre hacia ellos.

El regreso de este modelo a México no fue una casualidad, sino una jugada estratégica y pacientemente calculada, casi como un movimiento de ajedrez esperado por años. Toyota esperó el momento preciso, el punto de confluencia de tres factores clave que garantizarían un impacto contundente.

Primero, un cambio de generación completo que no solo refrescara su imagen por dentro y por fuera, sino que la catapultara a la vanguardia del diseño; segundo, la incorporación de la tecnología híbrida i-FORCE MAX; y tercero, la maduración de otras prioridades estratégicas, como la consolidación de la familia Gazoo Racing (GR).

Esta espera permitió que la 4Runner no llegara sola, sino como parte de un ecosistema de performance ya establecido. El resultado es un vehículo que aterriza en su mejor momento, respondiendo con creces a la presión y al deseo de un mercado leal que nunca la olvidó.

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Foto: Toyota

Un ícono del off-road reinventado

En palabras de la propia marca, la 4Runner el estandarte del todoterreno, la encarnación del espíritu aventurero. Mientras que Tacoma ha construido un nicho inamovible como la pick-up por excelencia, con un enfoque claro en la funcionalidad y el desarrollo de sus versiones TRD, la 4Runner se erige como la respuesta para quien busca la emoción pura del off-road, el “Waku Doki” -esa palpitación de emoción y anticipación- que define la filosofía de Toyota.

Es un verdadero vehículo todoterreno diseñado desde su concepción para superar cualquier desafío, un vehículo que no necesita adaptarse para la aventura, porque nació en ella y para ella.

Su cliente es un conocedor, alguien que no solo busca un medio de transporte, sino una herramienta para un estilo de vida. Valora la herencia de la marca y, muy probablemente, ya tiene o ha tenido otro Toyota en casa.

Es un perfil de usuario que entiende el valor a largo plazo y que estaba dispuesto a esperar por la versión definitiva, no por un simple parche o actualización. La edición de lanzamiento TRD PRO, limitada a 150 unidades que se agotaron en tiempo récord, es el testimonio más claro y sonoro de esta lealtad y expectativa acumulada, una prueba irrefutable de que el mercado estaba más que listo.

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Foto: Toyota

Motor i-Force Max: Potencia con propósito

Aquí es donde la historia se pone interesante y se aleja de los convencionalismos. El sistema híbrido i-Force Max de la 4Runner no persigue la misma meta que el de un Prius. Este es un sistema “One-Motor Hybrid” enfocado primordialmente en el desempeño y la entrega de torque sin sacrificar por completo la eficiencia.

Con 326 caballos de fuerza y más de 465 libras-pie de torque, su objetivo es ofrecer una respuesta contundente y una capacidad de arrastre formidable. Intercalado entre el motor de combustión y la transmisión, el motor eléctrico actúa como un generador de torque instantáneo, eliminando cualquier retraso y asistiendo al motor de gasolina para que la potencia nunca falte, ya sea en un rebase en carretera o al escalar una pendiente rocosa.

Ciertamente, reduce emisiones y mejora el consumo frente a un motor puramente a gasolina de similar cilindrada, pero su razón de ser es la fuerza. Este enfoque puede generar una percepción curiosa en el consumo, ya que un tanque de combustible de menor tamaño -necesario para dar espacio a los componentes híbridos- podría dar la sensación de vaciarse más rápido.

La clave está en entender el propósito: no es un híbrido de economía, es un híbrido de performance que, como un valioso efecto secundario, es más limpio y eficiente que su contraparte tradicional.

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Foto: Toyota

La inteligencia de la plataforma y la versatilidad

La base de todo es la arquitectura TNGA-F, una plataforma que otorga mayor rigidez y resistencia utilizando materiales más ligeros. Esta rigidez torsional no es un dato técnico abstracto; se traduce en un manejo más sólido y seguro, con menos balanceo de la carrocería en curvas y una sensación de control absoluto tanto en asfalto como fuera de él.

Quizás una de las joyas de su ingeniería, especialmente en la versión TRD PRO, es la barra estabilizadora delantera desconectable. Este mecanismo es pura inteligencia aplicada: en carretera, mantiene la barra conectada para ofrecer estabilidad; en terrenos irregulares, se desconecta con solo tocar un botón, permitiendo que la suspensión “respire” y tenga una articulación mucho mayor. Esto asegura que las llantas mantengan el contacto con el suelo el mayor tiempo posible, maximizando la tracción donde otros se quedarían en el aire.

Es precisamente esta capacidad de adaptación la que define a la 4Runner. A diferencia de competidores que pueden sentirse toscos o “brincones” en el día a día, este SUV logra un equilibrio notable.

La versión Limited, por ejemplo, ofrece lo mejor de varios mundos: la capacidad de un 4x4 puro, el confort de un SUV familiar para el tráfico urbano y los baches, y la paz mental que otorgan la calidad, durabilidad y confiabilidad (QDR) inherentes a Toyota.

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Foto: Toyota

Un diálogo entre el diseño y la función

Toyota ha superado una de sus antiguas barreras: el diseño. Modelos como el nuevo Prius y ahora la 4Runner demuestran una evolución hacia líneas más audaces, angulares y atractivas sin sacrificar la funcionalidad.

En el caso de la 4Runner, este diseño robusto y de inspiración retro es también un lienzo listo para la personalización. El segmento off-road es uno de los que más invierte en accesorios, y Toyota lo sabe.

Por ello, se está trabajando en desarrollar un catálogo de accesorios originales que permitan a cada propietario construir la 4Runner de sus sueños, desde estribos y canastillas hasta componentes más especializados, todo con la garantía, el ajuste perfecto y el respaldo de la marca, asegurando que la personalización sume valor en lugar de restarlo.

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Queda claro que la Toyota 4Runner se presenta como una propuesta multifacética y profundamente competente. Es un vehículo para el entusiasta que busca llevar sus aventuras al límite, pero también para quien desea un SUV capaz de enfrentar cualquier imprevisto en la ciudad con total solvencia y confort.

No es la opción más económica de su categoría, pero su valor no reside únicamente en el precio de compra, sino en la promesa de durabilidad, en un valor de reventa que desafía al mercado y en la certeza de que fue construida no solo para su primer dueño, sino también para el segundo, el tercero y el cuarto. Es una compra que combina la emoción de un diseño imponente con la lógica irrefutable de una inversión inteligente.

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