¿Vale la pena poner nitrógeno a las llantas del automóvil?
Se ha hecho común ver que en ciertos talleres ofrezcan el inflado de llantas por medio de nitrógeno, bajo el argumento que la presión permanece constante por más tiempo en comparación con el aire.
Pero, ¿es cierto que conviene más poner nitrógeno en lugar de aire en los neumáticos? ¿Qué ventajas o desventajas tiene este gas?
Mucho se dice que una de las ventajas del nitrógeno en las llantas hace que no se pierda la presión tan rápido, por lo que apenas es necesario revisarlos.
Incluso se menciona que este gas tiene un efecto positivo en el desgaste del neumático y también en la eficiencia de combustible.
Y sí, el nitrógeno tiene un coeficiente de difusión más bajo que el oxígeno debido a que sus moléculas son más grandes, esta composición hace que el gas se escape de una manera más lenta.
Sin embargo, las pruebas comparativas han demostrado la presión entre los neumáticos llenos de aire y de nitrógeno solo registran una pequeña variación -una diferencia que apenas vale la pena mencionar- incluso después de varios meses.
Otro argumento a favor de poner nitrógeno en las llantas es el menor riesgo de incendio. Por eso, los neumáticos de los aviones comerciales, así como de los autos de la Fórmula 1 o incluso los transportadores de mercancías peligrosas suelen estar llenos de nitrógeno en lugar de aire.
Ciertamente eso tiene sentido, porque estos neumáticos están expuestos a cargas extremas y podrían comenzar a arder en caso de aceleraciones extremas en caso de un defecto o una presión de aire significativamente insuficiente.
Así pues, mientras nitrógeno tiene la ventaja de que no es inflamable, inclusive sofoca el fuego; el oxígeno, es la base de cada llama abierta, por lo que tiene un efecto de aceleración del fuego.
Ahora bien, esta ventaja no se puede transferir a las llantas de un automóvil normales, ya que las cargas de temperatura están lejos de las que se producen en los neumáticos de los autos de carreras y cuando los aviones aterrizan.
Por otro lado, las propiedades específicas del nitrógeno no influyen en la pérdida de presión, ya que cualquier gas se escapa a través del orificio de una llanta. De esta manera, un llenado de nitrógeno no exime de la obligación de controlar la presión con regularidad, es decir, cada dos semanas.
Dado que con una presión de aire ajustada correctamente se excluyen las influencias negativas sobre el desgaste y el consumo de combustible, queda claro: la ventaja de precio habla claramente a favor del llenado con un compresor de aire comprimido normal.
En conclusión, el nitrógeno en las llantas de un automóvil convencional no vale la pena. Basta con comprobar regularmente la presión de los neumáticos y poner aire normal, para un buen desempeño.