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Columna Invitada

Reynoso, la mente maestra

México

La estampa de Jonathan Rodríguez corriendo hacia la banda para festejar su gol, quedará en la mente de los aficionados celestes como el gol que significó un oasis en medio de la sequía de títulos más prolongada en sus 57 años como equipo de Primera División del futbol mexicano. El festejo de Rodríguez y la imagen de los capitanes acaparan las portadas de los diarios el día siguiente. Sin embargo, hay un artífice que debería ser recordado y reconocido por encima de todos, Juan Reynoso.

La historia del entrenador peruano es digna de aplaudir. Se trata de un ejemplo de trabajo, disciplina, inteligencia y perseverancia ante las adversidades. Hoy sería reduccionista mencionar sus antecedentes en la liga peruana como causas de su más reciente éxito. En realidad, el proceso no fue nada sencillo, basta con recordar que hace siete meses lucía improbable su llegada al banquillo celeste.

El primer obstáculo que tuvo que sortear fue el entorno poco favorable en el que se dio su contratación. En el plano deportivo, su llegada se da después de una de las derrotas más dolorosas e inexplicables en la historia del club y por consiguiente, encontró un plantel desmotivado, plagado de inseguridades y muchas veces, presionado por la prensa.

En el plano administrativo, llegaba a un club con un par de años de inestabilidad directiva y sus dos predecesores en la Dirección Técnica habían concluido sus procesos de forma abrupta y tormentosa. Por si esto fuera poco, públicamente habían fracasado las negociaciones del club con otros entrenadores, lo que significaba que Reynoso no era la primera ni la segunda opción para ser elegido entrenador del equipo. Como consecuencia, su contratación se logró a pocos días de iniciar el torneo.

Una vez en los controles, el primer gran acierto de Reynoso fue establecer un cerco hermético alrededor de su plantel y no permitir que las presiones por no campeonar, las críticas de prensa y afición o las disputas directivas permearan entre sus jugadores. Apoyado por su cuerpo técnico, tuvo que trbajar en la seguridad de sus jugadores, confianza y cohesión como equipo. Respaldó a jugadores con antigüedad en el plantel y que habían sido señalados como los principales causantes de las últimas eliminaciones. De manera particular, refrendó a Corona y Dominguez como capitanes del equipo. Su experiencia como exjugador cementero le permitió transmitir a la plantilla el orgullo que significa portar rese escudo en la camiseta.

Adicionalmente, ante la imposibilidad de fichar nuevos jugadores, con su liderazgo Reynoso logró hacerse de refuerzos como Pol Fernández, Montoya y Angulo. Tres jugadores que eran activos del club, pero derivado de su bajo rendimiento habían probado suerte en otras latitudes sin mucho éxito. Reynoso canalizó el deseo de revancha deportiva de los tres y explotó sus mayores virtudes para que pudieran mostrar su mejor nivel desde su llegada a México.

En lo que a planteamiento táctico se refiere, Reynoso supo transmitir y lo más importante, convencer al plantel de sus ideas futbolísticas. Los jugadores se notaban comprometidos con el entrenador y en constante competencia, pues no se contaba con una alineación definida. En 26 partidos disputados utilizó 24 alineaciones diferentes. Lo anterior, dio como resultado una constante competencis interna, todos los jugadores se prepararaban al máximo, sabiendo que en cualquier momento podrían jugar y que nadie, tenía su lugar asegurado.

Teniendo como esencia la solidez defensiva, Reynoso se caracterizó por ser un entrenador sumamente estudioso, planteó los esquemas de acuerdo al rival y lo más importante, tuvo la capacidad para reconocer sus errores y corregirlos, tal y como hizo después del primer partido contra Toluca y en el medio tiempo de la final, en donde no tuvo miedo en hablar fuerte en el vestidor y ajustar haciendo cambios de jugadores.

Finalmente, la mayor muestra de grandeza de Reynoso quedó de manifiesto en sus conferencias de prensa. A lo largo de la campaña su relación con los medios siempre fue cordial y sin triunfalismos. Por el contrario, se mostró respetuoso de cada uno de sus rivales y en el momento más célebre del torneo, en la celebración del campeonato cuando todos los reflectoresse dirigían hacia su persona, no se olvidó de quienes confiaron siempre en él y en una muestra de gratitud hacia su amigo y mentor, Enrique Meza, le dedicó el título y le regaló la medalla de campeón.

La imagen de Rodríguez festejando será la imagen que perdure en el tiempo, pero no deberemos de olvidar a Juan Reynoso, quien al conjuntar la inteligencia táctica, con el trabajo y la calidad humana, se volvió en la pieza angular de esta Cruz Azul campeón.