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México MEX
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Hirving Lozano 88'
Finalizado

México 1-0 Costa Rica

Hirving Lozano rompe la sequía y salva la gira europea

Un gol del 'Chucky' al 88' salvó al Tri de finalizar la Fecha FIFA sin gol a favor. México generó numerosas ocasiones. Debutó Efraín Álvarez.

Ciudad de México
Hirving Lozano rompe la sequía y salva la gira europea
Christian HoferGetty Images

Fue una sesión psicoanalítica que coqueteó con la autodestrucción y terminó en sublimación. En un alivio. En traumas aún por resolver y certezas de que el camino andado no es incorrecto. Un testarazo lapidario de Hirving Lozano, santo y seña de la Selección Mexicana de Gerardo Martino, aligeró una noche vienesea que amenazaba con nubarrones y tolvaneras. 'Chucky' lo intentó de todas maneras y obtuvo recompensa con la más insospechada: un cabezazo. Costa Rica fue un sparring diligente, pero sin cloroformo.

De inicio, México se encaramó, con Arteaga y Sánchez como cuchillos afilados. Los ticos se acuartelaron en el Palacio de Hofburg, de donde salieron los carruajes tirados por Fuller y Campbell. Y Keylor Navas, como celoso guardián de los aposentos de Sissi Emperatriz. Romo fue el puente del Prater, una conexión sobre el Danubio que cruzaba entre los terruños de Moreno y Salcedo y las tierras de Gutiérrez y Dos Santos. Las tropas estaban dispuestas, pero la pólvora seguía en las bodegas. El partido tenía el ritmo de un vals de Strauss, pero el minimalismo de Philip Glass. Eso, hasta que Arteaga y Lozano saludaron a Keylor con salvas al aire.

Entonces, Arteaga claudicó ante Campbell; el exArsenal aprovechó el desconcierto, trazó el centro y Bryan Ruiz, en afán altruista, se negó a ajusticiar a Talavera. Su cabezazo generó una escaramuza florentina en zona de emergencia, de la que Talavera salió damnificado. Como réplica, 'Tecatito' obsequió un Sacher de chocolate a Keylor. Los improperios napolitanos de Lozano acompañaron el retiro de ambas milicias a sus campamentos.

Costa Rica

Pizarro deambulaba sobre el campo del Wiener Neustadt como Klimt en Viena, quizá incomprendido e inevitablemente turbado. Hasta este momento, Hirving Lozano poseía la única linterna en manos de la avanzadilla mexicana. 'Chucky' baila zapateado ante Calvo, 'Chucky' envía un obús desactivado por los vientos vieneses, 'Chucky' compone contrapuntos con el tacto de Mozart. 'Chucky', siempre él, siempre infernal. Pero el cero seguía colgado. El inexplicable despeje de Ruíz al centro de Brown fue un recordatorio de que el partido era un castillo de naipes.

Martino sacudió al armario. Lainez, Herrera y Orbelín, al ruedo. Pizarro, a las mazmorras. Sucedió que Lainez trazó fino, como Schiele, y Lozano destruyó el poste izquierdo de Keylor. Aquelarre de diez segundos. Moreno recogió un rebote furtivo entre el caos y Navas, felino, providente, se zambulló para desenterrar el gol. La psicótica secuencia finalizó con el tiro de Orbelín, estampado en la cruceta. Un esmero más de 'Chucky', quién si no, folha seca envenenada, se perdió entre la noche del Danubio. Acto seguido, Romo punteó la pelota al campanario de la Stephansdom. Costa Rica salió, milagrosamente, indemne del asedio.

Pero tanto va el cántaro al Danubio que el río se desborda. Lainez cobró, Romo prolongó y 'Chucky' dictó justicia poética con la confirmación de un vetusto axioma: dos cabezazos en el área son letales. Gol con tonada a 'Seven Nation Army'. 178 minutos en blanco, queda el registro. Cruz y Waston casi subyugan a Talavera y el partido habría adquirido tono de ópera bufa. Pero no. La sesión al diván no dinamitó traumas. Pero aún hay un hueco en la 'psique' del Tri.