CORONAVIRUS
La pandemia dejó sin sueldo a Fernando para continuar con terapia de su hijo autista
Instructor de natación desde hace dos décadas, Luna es una de millones de historias de personas afectadas por el cierre de instalaciones deportivas.
La de Fernando Luna es tan solo una de millones de historias de gente trabajadora de este país que se vieron severamente afectados por la contingencia sanitaria derivada por la pandemia de COVID-19.
Fernando es instructor de natación desde hace veinte años. Ha enseñado a nadar a niños, jóvenes y adultos tanto en albercas del sector público como en distintos clubes privados y gimnasios de la Ciudad de México.
En 2013, la dicha llegó para Luna y su esposa al convertirse en padres de mellizos. Luciano y Fernanda se integraron a la familia y se convirtieron en una motivación más para que su padre saliera hacia la alberca a buscar cada día el sustento.
Sin embargo, a los pocos meses, Fernando y su esposa notaron que el desarrollo motriz de sus hijos no era similar. El tiempo pasó y llegó la hora de confirmar sospechas con especialista: Luciano es autista.
“Lo teníamos que llevar al pediatra desde que nació, a los tres años y medio nos dieron el diagnóstico de que tenía autismo. Empezamos a llevarlo a terapias desde antes porque el desarrollo motriz de los dos era diferente: la niña levantó el cuello, caminó y él no, él me caminó a los cuatro años y medio”, relata Fernando.
Los ingresos de este instructor de natación se tuvieron que utilizar para la terapia de Luciano. En el sector público, la atención era muy lenta, muy espaciada, por lo que la familia decidió que el niño se atendiera en instituciones y con médicos privados.
“Lo tengo que llevar a privado porque en el sector público me dan una terapia al mes, entonces no le sirve. Mi esposa no trabaja porque, por ejemplo, ahorita en la contingencia no hay quien se quede con él, cuando estaba todo normal iba a una escuela especializada, donde me cobran más de tres mil pesos al mes”, confiesa.
Entonces, llegaría la pandemia y el cierre de instalaciones deportivas, lo que significó que Fernando dejara de percibir el sueldo que tenia por dar clases de natación: “nos avisaron que a partir del 20 de marzo se iban a suspender las actividades y así fue. De acuerdo al semáforo epidemiológico en la Ciudad de México, cuando se encuentre en naranja ya podrán regresar las actividades, pero se ve difícil, hay muchos contagios”.
Fernando ha tenido que estirar los ahorros para poder mantener a su familia en estos meses que lleva la contingencia. La misión ha sido muy complicada porque el tratamiento de Luciano no se puede frenar.
“Al día de hoy, (Luciano) no habla, no se vale por si solo, no tiene control de esfínteres, y necesita sus terapias. No tiene percepción de espacio, tiempo… si baja un escalón, se va de bruces, se sigue porque no le mide”, cuenta.
Luna tiene confianza en que pronto puedan reactivarse las actividades deportivas en el país y, con ello, llegue la reapertura de centros deportivos y gimnasios para que empleados como él puedan volver a recibir su sueldo.
Por lo pronto, Fernando, además de instructor de natación, es técnico de albercas, y pone a disposición sus servicios para poder tener ingresos que le permitan continuar con la terapia de Luciano. El teléfono de informes es 55 74 07 62 66.