Los Aguacateros ganan un thriller de época a Capitanes CDMX
Partido de antología en el Juan de la Barrera. Polémica arbitral, remontadas, actuaciones estelares de Donald Sims y Orlando Méndez (siete triples) y dos tiempos extra.
Es tiempo de playoffs. De baloncesto salvaje y demencial. Y Capitanes y Aguacateros pusieron en práctica todos los preceptos con una velada de baloncesto con electroshocks. En una noche de suspenso y hipertensión arterial, los michoacanos triunfaron en doble prórroga 128-132 en un duelo alucinante sin defensas, ni rebotes, (46 entre ambos), ni lógica alguna, gracias a 34 puntos (75% de campo y 77% desde el triple) de Donald Sims. Mención honorífica para Orlando Méndez (31 puntos, siete triples, 58% de campo) y Ernesto Oglivie (90% de efectividad; sí), héroes sin recompensa. Esta crónica hará un esfuerzo sobrehumano para igualar la épica del partido, pero seguramente no cumplirá con ello.
Ramón Díaz probó, de inicio, con su quinteto de lujo, sano y reluciente: ‘Pery’ Meza, Orlando Méndez, Rigoberto Mendoza, Ernesto Oglivie y Joel James. Balance, juego interno y tiro a distancia. El plan funcionó, por un momento. Dos florituras de Ernesto Oglivie despejaron el camino para Capitanes cuando apenas se adentraba en el bosque. La espesura trenzó a los Capitanes, lianas, borrasca, cuando el triple de Holmes advirtió que la vereda no era un camino de ladrillos amarillos. La respuesta de ‘Rigo’ Mendoza fue un sablazo que abrió espacio entre las espinas y enredaderas (28-25).
Garibay y Camacho dejaron un lodazal en la pintura en el que Oglivie y James se dejaron las pieles. Inhabilitado el juego intento de Capitanes, atrofiados, absorbidos por las arenas movedizas, Meyer y Sims blandieron los machetes. Un manotazo a Rigo generó un cataclismo: bandeja y seis puntos de desventaja. Una réplica con Andújar y Sims como protagonistas dejó un nuevo hito: 39-47. La tendencia no cambió hasta el final de la primera mitad (44-50).
Un triple de Donald Sims en las narices de Orlando Méndez abrió brecha (47-57). Y desarticulado el perímetro de Capitanes, las perforaciones de Green no dejaron de sumar puntos. Un arcoíris de Daniel Girón puso el partido a fuego vivo. Un duelo a espada Oglivie-Meyinsse causó un sismo medible en escala Mercalli, que fue superado por el que desató Orlando Méndez con un doble con sabor (y efectos psicológicos) a triple (65-67). En pleno incendio, Meyinsse bloqueó a Oglivie y coronó la virtuosa secuencia con una bandeja de trámite. El triple prodigioso de Rigoberto Mendoza, estilo Harden, abrochó el tercer cuarto con bronca: los árbitros no marcaron una posible falta al dominicano en la acción de disparo. El estruendoso rosario de improperios que profirió la afición sería sancionado por las instancias FIFA y la Santa Inquisición. Ramón Díaz abonó a la bronca.
Los demonios del infierno se soltaron al bocinazo del último cuarto. La seguidilla de golpes fue antológica: mate de Meyinsse, triple de Méndez, otro mate sísmico de Meyinsse, nuevo triple de Méndez, réplica de Donald Sims, finger roll de James sobre el aro. Los equipos arrojaron los libretos y se entregaron a sus instintos más salvajes. El sexto triple de Orlando Méndez, tercero del último capítulo, fue oxígeno, porque el partido era dióxido de carbono. Cinco puntos en dos disparos de Donald Sims rociaron el fuego, que seguía ardiendo. Cuando un goaltending fue luz para Capitanes, una colada de Green sentenció (90-95). El triple en la esquina de ‘Rigo’ y los accidentados viajes a la línea de Spurlock antecedieron el imposible triple clutch de Orlando Méndez. Irracional. Mágico. 98-98. Para entonces, esta crónica ya sobraba al partido.
La racionalidad volvió a ambas trincheras en la prórroga. Meyinsse y Oglivie dominaron en sus pinturas y el partido se volvió un cerrojo. Una plegaria bajo el aro de Green respondió un milagro más de Orlando Méndez. Y aún faltaba. Y quién más. Como tantas noches, algunas tan oscuras, Orlando Méndez tomó la pelota y la loza, Oglivie le quitó a Green del camino, y su bandeja empató por vigésimosexta vez el marcador (105-105). Green devolvió el favor, con tres puntos a la antigua. Y volvió el deliro. La clavada de Emmy Andújar no fue válida por dos centésimas de segundo. La bocina actuó como coitus interruptus. Milagros, no hay tantos. 108-108. Cinco períodos y la noche era corta aún.
En algún punto de la noche, el baloncesto se convirtió en una película de David Lynch. La delgada e imperceptible frontera entre realidad e inconsciencia. Girón, Delgado, Hernández, todos entraron a la carnicería y los puntos cayeron a partes iguales en ambas canastas hasta el triple de fadeaway de Sims, uno más (7-10). Y del ruido ensordecedor al silencio de luto. El triple de Raúl Delgado fue el tiro de gracia de Al Neri a Fredo en el lago de la finca Corleone en Lake Tahoe: el cruel colofón de tres horas de épica y época.