Irapuato quiere ascender a la Liga MX "por las buenas"
Estadio Sergio León Chávez, Irapuato

REPORTAJE - IRAPUATO

Irapuato quiere ascender a la Liga MX "por las buenas"

Una inmersión por una ciudad de contrastes: un estadio con historia pero envejecido, un equipo que aparece y desaparece, una afición fiel pero resignada con las decepciones del pasado. Irapuato, la cuna de la 'Trinca Fresera' que sueña con volver a la Liga MX.

Mario García, 73 años, ojos verdes y voz sosegada, el tono de voz de quien ha aprendido a convivir con la decepción, se refugia del inclemente (y poco usual) sol irapuatense bajo a la sombra de la Catedral y la estatua de Juan Pablo II. Viste una playera verde de la Selección Mexicana. "No sé de fútbol", rezonga. Pero hablemos del Irapuato, y una mueca de dolor gustoso se le dibuja. Sí, sí sabe de fútbol.

- La afición es buena, pero lo que falta es dinero, ganas y voluntad. Hace falta un proyecto para liderar a un equipo. La mayoría de la gente se va a León. Antes aquí era buena plaza. Ahora ya no. Falta interés. El gobierno no le mete a eso, no le importa.

- ¿Hace cuánto que va al Sergio León Chávez?

- Ya, frecuentemente, ya no. Antes sí. Había partidos muy buenos, venían los equipos de Primera División. Entre León e Irapuato que aquel entonces eran agarrones, pleitos, peleas...

- El equipo ha aparecido y desaparecido a lo largo de los años...

- Son los malos manejos. Son gente que agarra el fútbol para negocios fraudulentos. Todo se acabó. Aquí no se ve nada, porque la gente también pierde interés. Antes, el Estadio se llenaba. Todos íbamos a ver los partidos. Celaya, Salamanca, Irapuato, León. ¡Qué buenos tiempos eran!

"Ser del Irapuato es un sentimiento hermoso"

Resuena un fandango de las bocinas de la Plaza Miguel Hidalgo. No es Sevilla, es Irapuato. El sol cae a plomo, una rareza en tierra de temple y campos de fresas. No es Sevilla, asentimos. Es la ciudad de la 'Trinca Fresera', de Jesús Vaca Gaona, del legendario Jaime 'El Flaco' Belmonte, héroe nacional de 1958; de los infernales ascensos y descensos; del incandescente Sergio León Chávez, las bengalas como cascadas de fuego y el humo que vaporea las gradas de pintura desgastada. Ciudad de fútbol póstumo, donde a la urgencia por reparar las memorias rotas le puede el paso del tiempo; donde conviven desesperanza y deseo. Irapuato, ciudad que cae, que cumple la moraleja del caminante: quien se va, siempre vuelve. O al menos sueña con hacerlo. Ciudad que ha hecho de la sinuosidad, el ocultismo y la predisposición a la autodestrucción seña de identidad de su tradición futbolística. Que ha normalizado la decepción. Que ha elevado sus umbrales de tolerancia a la decepción. Y que añora la Liga MX, que aún ve a lo lejos, entre los matorrales y los campos de fresas.

Irapuato fue el mejor equipo de la temporada 2018-2019 Serie A de la Liga Premier (Segunda División), fuera de la jurisdicción de la Liga MX y bajo el amparo de la Federación Mexicana de Fútbol. 73 puntos, 21 victorias y solo tres derrotas, que sirvieron de poco frente a Cruz Azul Hidalgo, escuadra que los apeó de los cuartos de final y del sueño por el ascenso gracias al criterio de gol de visitante (1-1 global). Las consecuencias de la depresión post-mortem son perceptibles a simple vista. El letrero, apostado en la esquina del terreno del Estadio Sergio León Chávez en la Avenida Vicente Guerrero, aún convoca a los aficionados al encuentro del 27 de abril, 7:00 horas; Cruz Azul, el forastero, y 'Todos somos Trinca'. Nadie se ha molestado en retirar o pintar los tablones. "Fue una temporada muy buena, lástima que no se logró el campeonato. Y ojalá sea para la otra. Hay que seguir apoyando", recoge las piezas José Alejandro mientras mata la tarde del miércoles en el Parque Irekua, colindante con el Estadio. Orgulloso, José Alejandro, 15 años, porta la camiseta blanca de la 'Trinca': el mote 'freseros' está desteñido, pero el escudo brilla con intensidad; dice pasar un papel mojado sobre él en cuanto percibe un atisbo de polvo: "Es un sentimiento hermoso. Es lo máximo. Es difícil de explicar".

El Estadio Sergio León Chávez parece congelado por el tiempo. De blanco pringado, como el blanco de una camiseta percudida; sobre la cara que mira a la Avenida Vicente Guerrero, se presenta como 'Estadi Irapuato', de la 'O' solo queda la marca. De su fachada, a nivel del suelo, brotan decenas de negocios variopintos, desde bares sórdidos de 15 pesos la cerveza, taquerías a deshoras, hamburguesas al cabrón, venta de autopartes y birlos, un restaurante en honor a los 'Freseros' y otro que ofrece 'chicas' como show de madrugada, dulcerías, tiendas de conveniencia y hasta una sex shop. Tres mininos desnutridos, juguetones, custodian la entrada a las oficinas, tras una reja color carmesí. Desde sus linderos parece un mercadillo y solo recuerda que es un estadio un mural que reverencia a la 'Trinca', a sus colores, a su escudo y su historia, firmado por HDLM (Hijos de la Mermelada, la fiel y temible barra brava irapuatense). Los accesos a las tribunas, cercados, parecen sellados por arena y costales de basura. En su extremo sur, mirando de reojo al Monumento a la Bandera, franquea al Estadio una estatua en bronce de Jaime Belmonte, sostenido por una base que muestra su nombre pintado en letras doradas y fondo azulgrana. El Estadio causa un choque simbiótico con el moderno y limpio Parque Irekua, ubicado tras sus bardas. Involución y evolución que conviven espalda con espalda. Un truculento juego estético en la ciudad de las paradojas, la que anhela y se harta por dosis exactas.

¿Lobos BUAP a Irapuato?

Si habría logrado campeonato, Irapuato no posee la certificación oficial para superar la categoría y registrarse como inquilino de la Liga de Ascenso. Los ganadores del título, los Loros de Colima, tampoco tienen confirmada su presencia en la división de plata del fútbol mexicano. Cuadernos de cargos, requisitos, burocracia, sellos y avales. Sustentabilidad económica, capacidad de liquidez, aforo mínimo, gradas con butacas, accesibilidad, y un largo etcétera, imposible de cumplir para la mayoría de los integrantes de la Liga Premier. Pero no para Irapuato. El ascenso es una palabra incorporada al vocabulario de uso cotidiano en una ciudad que convive con el infortunio, la morriña. Donde las certezas son fantasmales, no muy lejos de donde 'la vida no vale nada'. Irapuato es un castillo en el aire y el ascenso, su quimera preferida. 

A mediados de abril, el gobernador del Estado de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, aseguró estar interesado en intervenir para devolver el fútbol de Primera División a Irapuato a través de una vía conocida para la plaza, para beneficio y perjuicio: la compra de la franquicia de Liga MX que pertenece a Lobos BUAP. "Sí tuve pláticas y estamos en eso. Me encantaría un Clásico Irapuato vs. León", aseguró el mandatario. Las revelaciones movieron las aguas del fútbol mexicano, tanto por la injerencia gubernamental, penada por FIFA, como la incertidumbre para integrar la lista de participantes de la próxima temporada de la Liga MX, toda vez que Atlético San Luis consiguió su promoción deportiva al consagrarse como bicampeón del Ascenso MX, y que Veracruz, que ocuparía el sitio de los potosinos en la categoría de plata, está en condiciones de liquidar un pago de 120 millones de dólares para mantener su plaza y evitar el descenso.

¿Una liga de 18, 19, 20 equipos? En el centro del embrollo están los 'Freseros', cuya última presencia en el máximo escaparate del fútbol mexicano fue en 2004, año en el que el equipo, entonces presidido por el empresario Kléber Mayer, desapareció de facto entre sospechas de injerencia del crimen organizado en sus operaciones. La Federación Mexicana de Fútbol jamás reveló los motivos; en cambio, justificó la decisión en el marco de una reducción de 20 a 18 equipos en la Primera División por razones estrictamente "deportivas". Antes de ello, 'La Trinca Fresera' había ascendido y desaparecido en dos ocasiones desde el año 2000, cuando regresaron a la Liga MX gracias a las actuaciones de su diabólico tándem en ataque: Christian Morales y Martín Rodríguez.

Ascenso, la palabra fetiche de Irapuato. Pero los planes desvelados por Rodríguez Vallejo han quedado en el tintero. Dos fuentes del gobierno de Guanajuato han confiado a AS que, si bien hubo un acercamiento entre el patronato que regenta a Lobos BUAP y la administración estatal, las negociaciones no han prosperado. Además, el gobierno guanajuatense no es el único candidato que la directiva poblana ha sondeado; el equipo busca comprador y una administración que la ampare. Por su parte, la cabecera municipal de Irapuato, en manos de Ricardo Ortíz, no se ha inmiscuido en la trama y, por el contrario, solo ha brindado apoyo administrativo y logístico (seguridad y vigilancia) al club; no existe ninguna dependencia económica que condicione la relación Irapuato-municipio. "Todos son rumores, tenemos comunicación directa con el propietario (Jorge Rocha), nunca nos ha manifestado algún otro interés o el interés suyo de asociarse o buscar un acercamiento con alguien más. El proyecto está firme. Se sentaron muy buenas bases, se lograron muy buenas bases, como la identidad con la afición, la oportunidad con los jóvenes", explica Constancio Laguna, vicepresidente deportivo, orgulloso de la evolución del equipo, de los 10,000 aficionados de promedio en el Sergio León Chávez a lo largo del curso, de los ocho canteranos irapuatenses que han desfilado en los últimos meses. Y de los colores, del fresa y el marino, que decoran las gradas.

Irapuato quiere ascender deportivamente. Por las buenas. Por el sudor, la sangre y la lágrima. Por estética. Por la satisfacción del objetivo cumplido. Por estirpe y a contra-natura, contra historia. Lo desea Laguna, y lo desea José Alejandro: "Pues estaría bien (la adquisición de Lobos), aunque a la vez prefiero que suban por sus méritos propios y no ocupen el lugar de otra franquicia. Mejor que asciendan por su propia cuenta". Y también Francisco, de 38 años, quien descansa en uno de los banquillos de la Plaza Miguel Hidalgo del sol quemante que ya se ha apagado; la brisa ahora resopla suavemente mientras el fandango se cuela entre los micrófonos: "Queremos a un equipo de aquí. La afición no está de acuerdo en eso. Viene Lobos BUAP, pero también dicen que viene Alebrijes (de Oaxaca), no se pueden poner de acuerdo en eso. Y quizá sí conviene, porque aquí hay mucha afición, pero luego venden los equipos y se los llevan". Francisco, mirada jovial, camiseta 'pirata' del Bayen Múnich, es el prototipo del aficionado irapuatense: 'sí', 'no' y 'a la vez' pueden convivir en un mismo enunciado sobre las perspectivas de su equipo. Asume la predisposición a la catástrofe y la imprevisibilidad con sabiduría insondable, muy guanajuatense, pero algo muy dentro de sí le llena los ojos de brillo cuando habla de 'La Trinca'. Pasará algo, es inevitable, pero, vaya, ojalá y pase. "Nos traen para arriba y para abajo. Queremos un equipo de Primera. Estaría bueno que se quedara el equipo y no vengan a hacer negocio y luego se lo lleven. Si se quedan, la gente los va a apoyar".

Club Atlético Irapuato AC (es el nombre de la razón social de la Asociación Civil que ahora comanda al equipo) inició operaciones en 2018, bajo el amparo del empresario Jorge Rocha, para devolver el fútbol a la ciudad después de la desaparición de una franquicia anterior que gozaba de un comodato con el Club Celaya, propiedad de Marcos Achar, directivo de Comex. Rocha vive en Estados Unidos (Los Ángeles) y acude cada 15 días a Irapuato para reunirse con la directiva que apuntala Laguna y estar presente en los partidos como local de los 'Freseros'. Sin embargo, ante la Federación, Achar sigue registrado como el dueño del equipo, pese a que la administración del club es correspondencia de Rocha. El trámite está en las oficinas de la FMF, pendiente de resolución final. Mientras el procedimiento siga abierto, la bicefalia es un handicap en contra de Irapuato. Una parte realiza las gestiones en la FMF, y la otra gestiona al equipo en el día a día. "Ya está todo metido para el cambio de dueño. La Federación ya lo sabe. Solo falta el gusto bueno", desea Laguna. Aunado a ello, la A.C debe hacer frente a los gastos y adeudos que acarrea la institución. El mantenimiento del Estadio Sergio León Chávez traspasa los 5 millones de pesos por año. Tan solo en el servicio del agua, el club desembolsa $100,000 por mes. Además, el club carga con una deuda de predial con el municipio que se ha heredado de administración en administración. El coliseo está gestionado a través de un comodato de cuatro años: uno con Achar y otro con Club Atlético Irapuato.

Mientras la maraña se desenreda, Irapuato aún tiene pendientes antes que la Primera División. Aquel es un objetivo a largo plazo. La urgencia es la promoción al Ascenso MX, que aún debe dirimirse, cómo no, en los escritorios. La falta de certificación de Loros de Colima abre la puerta para que la 'Trinca' acceda a la antesala de la Liga MX gracias al superliderato de la Serie A y sus 73 puntos en un año. "Está en trámite todo. Podemos ascender. No podemos descartarlo", se prepara Laguna, confiado en que la Liga les otorgará el beneficio de la duda. "Tenemos el estadio, tenemos el aforo, tenemos la fiabilidad económica. Si quieren que lo 'enbutaquemos', lo hacemos. Nos faltan detalles, pero si nos dan la certificación para ascender, nos pondremos enseguida para cumplir el cuaderno de cargos", sentencia. Hasta entonces, Irapuato deberá esperar, acatar y volver a ganar, en caso de que el derecho al ascenso les sea denegado. 'La Trinca' pide paso, entre la usual burocracia hacia la que, inevitablemente, termina cualquier ascenso o descenso en México: "(El sistema) es muy particular. Ojalá y se respete al 100% el espíritu deportivo, que se repeten los resultados de quien ascienda y descienda. No nos queda más que ponerse a trabajar y buscar la categoría nuevamente, que no se maneje en los escritorios, que se gane en la cancha".

Epílogo

Cae el día en la 'Sultana del Bajío', qué diría Benjamín Sánchez Mora. La banda de hombres a sombrero que ha jugado dominó a las afueras de un portal toda la tarde recoge la mesita y las cajas sobre las que se habían sentado. Los chorros danzantes dibujan siluetas que enmarcan la catedral, mientras los vendedores de aguas de sabor levan anclas y agrupan los galones en el carrito que ahora es un maletero gigante. El desfile de 'Freseros' con la camiseta del equipo se detiene cuando la noche llega. Mañana será otro día, bueno o malo, para sufrir el ser aficionado del Irapuato. "Hay gran afición, pero la gente ya no cree. Ni en los dueños, ni en la directiva, que siempre venden al equipo. Viene uno y lo venden. Puro negocio. Pero aquí hay afición. Solo necesitamos estar seguros de que el equipo se va a quedar", despide Francisco, con esa mezcla de anhelo y hastío, mientras aún resuena el fandango.

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