Los triples de Glynn dan a Fuerza Regia su segundo título de LNBP
Fuerza Regia apeló a su principal arma, el tiro exterior, para remontar una desventaja de 10 puntos y llevarse el sexto juego de la final y celebrar el campeonato en casa
Fuerza Regia se consagró como campeón de la LNBP por segunda vez en su historia al apalear a Capitanes 89-63 en un grandioso ejercicio de puntería y resiliencia, con Jordan Glynn como puntal (25+7). “La Fortaleza” fue un manicomio de fuego que entró en caos segundos antes de que el partido terminara. Títulos son títulos. La champaña sobre el parqué está justificada.
El partido, a pesar de su resultado abultado, abrió con un tiroteo sin cuartel. Al mate de Romero le prosiguió una cascada de triples firmados por el comando de francotiradores de Fuerza Regia: Glynn, Rivera, Huertas, Bejarano. Cinco bombazos a los que sucedieron cuatro intentos que murieron en el aro. La súbita sequía redujo la distancia: de 8 a 2 en cuanto resonó la primera bocina. El triple de Rigoberto Mendoza, en el segundo acto, confirmó la depresión de Fuerza Regia, que siguió forzando el triple con la mira averiada. La cascada fue de fallas, ahora; el aro escupió ocho tiros consecutivos, suficiente rictus como para que Capitanes cambiara el signo del partido. Jordan Glynn rompió el maleficio tras el semicírculo, pero el doble yerro de Rivera agudizó los síntomas: 30% de campo, 6/20 en triples y 18 puntos encajados en rompimiento y un abismo por delante.
El baloncesto, no obstante, está ceñido al “momentum”. De vuelta al parqué, Fuerza Regia recuperó la ventaja y el triple gracias a los cañones de Glynn y Huertas (46-45). Entonces, Glynn prendió fuego a sus palmas y los triples cayeron como bombas de racimo: tres en seguidilla que encendieron, literalmente, a “La Fortaleza”. Los sablazos de Girón opositaron la potencia bajo el aro de Toscano y Akindele, que pusieron la puntilla a las transiciones que tan poco rédito habían supuesto para los regios. La grieta se ensanchó ante cada tiro a media distancia.
Capitanes debió encarar el cierre del partido con doble dígito en contra. La bandeja en reversa de Toscano rompió una cascada de tres triples en cero de Rivera y mantuvo el status quo. Un nuevo misil de Bejarano, francotirador versado en el Juan de la Barrera, dibujó la máxima distancia de la tarde, misma que Rivera multiplicó desde el codo (74-56). Entonces, el partido enturbió por el usual descontrol arbitral, se llenó de humo para mitificar los doble-doble de Rivera y Huertas (20 y 11 puntos con 10 asistencias cada cual) y los minutos escurrieron entre el fuego, la metralla, y el delirio de “La Fortaleza” mientras Capitanes claudicó ante el rey de la LNBP; una final parteaguas para la Liga, una final de historia.