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Pep Biel sale del anonimato

Después de ocho jornadas en caída libre, el Zaragoza se quitó el mal pelo en Tarragona y se trajo a casa una victoria balsámica que le saca de posiciones de descenso y le da un notable respaldo a Lucas Alcaraz. El técnico le dio a su equipo una vuelta como un calcetín y sustituyó el rombo —el famoso rombo, el dichoso rombo— por un 5-3-2 gemelo al dibujo del rival, e introdujo hasta cuatro cambios: Perone, Nieto, Javi Ros y el hasta ahora inédito Pep Biel, en el que sólo creía el director deportivo Lalo Arantegui. Una revolución en toda regla para resucitar a un muerto, una apuesta que se complicó con el rapidísimo gol del Nástic, en otro error mayúsculo de Verdasca en la marca, pero que rindió el beneficio esperado con el paso de los minutos. Al Zaragoza le costó levantar la losa del 1-0, pero liderado por Pombo, conectado por Pep Biel y Javi Ros, y prolongado por Delmás acabó mandando en el partido de forma clara. Logró empatar con un autogol de Djetei en un córner y dispuso de dos o tres ocasiones muy claras en las botas de Marc Gual para haber volteado ya el marcador en la primera parte.

El partido se puso para que lo ganara el Zaragoza y Pep Biel, acaso el mayor triunfador de la noche, le puso la firma a la victoria con un zurdazo maravilloso en un tiro libre desde la frontal del área. A Pep Biel lo había condenado Idiákez a galeras, pero Lucas Alcaraz decidió rescatarlo para la causa en el momento más crítico. No es un superclase, pero es fuerte, tiene piernas y pulmones y no se esconde. Más que suficiente. Su gol fue providencial y quizá marque un antes y un después en el desempeño del Zaragoza. Luego, para coronar la noche de la resurrección, Álvaro Vázquez completó su reaparición con lo que mejor sabe hacer: marcar goles.