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Solari, Muñoz, Del Bosque y Zidane

Solari ascendió del Castilla tras una larga agonía de Lopetegui y porque no había otro. O porque el único que había, Conte, no lo vio claro cuando escuchó esa advertencia de Ramos, recordando que los grandes éxitos no los ha traído la mano dura, sino la flexibilidad, léase Del Bosque, Ancelotti y Zidane. Eso de la línea dura era lo que se estaba predicando desde el club, en línea con la pulsión autoritaria de Florentino, del que cuentan sus más próximos que sigue añorando a Mourinho. Por suerte, Mourinho no estaba libre estos días, si no igual lo teníamos aquí. Y Conte, otro duro, dice que prefería y prefiere (¡?) dejarlo para junio.

Así que fue Solari, primero interino, ahora con año y medio por delante. Se lo ha ganado. No es un míster látigo, pero ha entrado bien y ha espantado la mufa. Los resultados le han acompañado y sus decisiones van gustando. Así que, ¿para qué buscar más, si tampoco se sabe ya dónde? El otro día recordamos que siete de las trece Copas de Europa las ha obtenido el Madrid con entrenadores elevados de la cantera en momento de crisis, cuando no eran nadie como tales. Miguel Muñoz, Del Bosque y Zidane. El primero subió del Plus Ultra, el Castilla de entonces, Del Bosque era coordinador de la cantera, Zidane saltó desde el Castilla.

Principiantes los tres en el oficio, como lo es ahora Solari. No es que eso garantice nada, pero sí afirma que no es imprescindible un gran currículum ni un látigo y una braga de leopardo para alcanzar grandes logros en el Madrid. Como en cada salto de entrenador, hay quien gana y quien pierde. Pierden, por lo que se ve, Keylor, Isco y Asensio; ganan Odriozola, que ha contado, Reguilón, que se ha sacado con honores el carné de futbolista, y Lucas Vázquez. Sus decisiones han sonado bien y, más importante, han funcionado. Golpes de suerte aparte, en Vigo el Madrid dio una gran sensación. Solari ha estado a la altura de la oportunidad. Que dure.