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Solari se ha ganado la confianza

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Las grandes emociones del día se esperaban en La Bombonera y Balaídos, pero ya dice la Biblia en verso que ‘Jesús nuestro Dios nació en un pesebre, donde menos se espera, salta la liebre’. La liebre saltó en el Camp Nou, donde regresó Messi y resulta que el Betis ganó 3-4. No, no fue culpa de Messi, que hizo lo que pudo. Fue culpa del resto del Barça, que extendió una pradera por la que el Betis de Quique Setién pudo deslizar su buen juego, hecho de manejo atrás y feliz circulación. Ter Stegen les regaló un gol, pero acumularon llegadas claras para hacer alguno más. Caído el líder, la cabeza se aprieta y LaLiga queda muy abierta.

Y el Madrid aprovechó para reengancharse, con una victoria de mérito en Balaídos, un 2-4 que deja muchas cosas que contar. Fue un partido bravo, con un Celta bueno y bronco que avanzado el segundo tiempo con 1-2 amenazaba seriamente al Madrid, que llegó hasta ahí por delante por el buen trabajo general y por las exquisiteces de Benzema, que valieron dos goles. Hugo Mallo encontró hueco para el 1-2 y cuando el Madrid peor lo pasaba, abrumado por las lesiones y por el subidón de moral del Celta, Juncá le hizo un penalti tonto a Odriozola. Otra vez Ramos, otra vez a lo Panenka, y ahí murieron las esperanzas del Celta.

Aún habría un gol más en cada puerta, pero ya estaba todo dicho. El Madrid se quedó con los puntos, que le colocan a cuatro del Barça y acreditan a Solari para seguir. Apareció como provisional, porque no había otro, pero coincide el fin del tiempo reglamentario de interinidad con su cuarta victoria, ésta la de más fuste y dificultad de todas. Son quince goles contra dos y sobre todo la impresión de mano seria, con alguna decisión severa (Lucas Vázquez por Asensio) y buena conducción del equipo, que se agrupa bien y trabaja. Bale sigue haciendo poco, pero eso son otros lópeces. A cambio Benzema está formidable, de compromiso y de juego.