Enriqueta Basilio, la mujer que encendió la equidad
El pebetero olímpico fue encendido por primera vez en la historia por un atleta del sexo femenino, un hito que marcó los Juegos Olímpicos de México 68.
Era su meta en la vida, así de simple lo define Enriqueta Basilio, quien un día como hoy hace 50 años se convirtió en la primera mujer del mundo en encender un pebetero olímpico.
“Era mi meta en la vida. En el deporte no pude seguir para Múnich 1972 por conflictos con las autoridades deportivas”, asevera Basilio Sotelo en entrevista.
El Estadio Olímpico Universitario fue el escenario testigo de aquel hecho histórico, entró a la pista mientras sus familiares se encontraban por ahí cerca, su madre rezaba y su hermana tomaba fotografías.
Los atletas que ya se encontraban en la cancha se cruzaron en su camino para capturar imágenes, llegó un momento en el cual, Queta Basilio, no distinguía el camino por donde debía de continuar hasta que algunos niños scouts le volvieron a abrir el paso.
Entonces comenzó a subir los 93 escalones hechos a la medida de su zancada y ahí comenzó a transformarse su presente y su futuro... Su vida.
“Al poner el pie en el primer escalón, me bloqueo completamente. Mi concentración era total, no escuchaba ningún ruido ni veía a la gente que estaba tan cerca de mí en la tribuna”, relata antes de confesar que no distinguía la magnitud del suceso en ese momento.
“Fue extraordinario, pero no alcanzaba a comprender qué es lo que estaba haciendo yo ahí. Después, te vas dando cuenta, cuando viajas por el mundo y te reconoce alguien, es maravilloso”, añade.
El significado de ser la primera mujer en encender un pebetero olímpico es especial para Enriqueta Basilio e incluso, para ella, va más allá del ámbito deportivo. “(Representa) la lucha por la justicia, por la solidaridad, por no seguir permitiendo que nos sigan rechazando o haciéndonos menos”.