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Mismas caras, otras almas

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El Espanyol menos revolucionario que se recuerda, con solamente una incorporación para la primera jornada, inicia un ilusionante trayecto en la Liga después de una pretemporada impoluta. Nunca con menos se transmitió más, pese a que la renovación de socios se mantiene 4.000 pericos por debajo. El mensaje de Rubi, un hombre que no es ni profeta ni adivino, pero sí currante, despellejó los tres motivos que acabarán determinando la posición final del equipo: el arranque liguero para ganar estabilidad, el cierre del mercado con el pertinente salto de calidad que se le pueda dar a la plantilla y las cuestiones futbolísticas. El primer y tercer punto le atañen, y del segundo no se esperan demasiadas alegrías teniendo en cuenta la situación económica. Todo pasará pues por su fábrica de ilusiones.

El primer año de los nuevos entrenadores pericos son los mejores en la última década, dejando la excepción de Tintín Márquez curiosamente hace ya diez años. Sergio González debutó de inicio en la campaña 14-15 y, tras un comienzo dubitativo, el equipo llegó a las semifinales de la Copa del Rey y acabó en zona media. Con Quique, la primera campaña se repitió guion, con un octavo puesto y un récord de puntos que acabó siendo una máscara. La plantilla atiende y cree en los primeros meses, se genera competencia y se mejora el rendimiento. Entrenador y jugadores se enamoran. El reto de Rubi será mantener esa llama cada año hasta convertir al Espanyol en un equipo con identidad y guerrero. Ayer dio una clave: “Hay que tener al jugador implicado siempre”. Hoy inicia su gran reto.