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ALEJANDRO GÓMEZ

Lainez, pareces estar hecho de otra madera

Diego Lainez se estrenó como goleador dentro de la Liga MX mostrando un talento poco habitual en el futbol mexicano.

México

Primero, esperar que el destacado arranque del torneo por parte de algunos jóvenes mexicanos, como Roberto Alvarado, Alexis Vega, Jonathan González o Alan Mozo, no sea flor de un día. Segundo, me quiero detener en el chamaco de moda, Diego Lainez, quien, como seguro le pasó a muchos de ustedes, me llamó poderosamente la atención desde el primer día que lo vi jugar al futbol profesional.

Como simple dato, hay que dejar en claro que el gol que le hizo el sábado (bueno, terminó haciendo dos) a Poncho Blanco no lo convierte en el anotador más joven con los de Coapa, a sus 18 años. Según datos de Jorge Witker, Edson Astivia (defensor), que debutó con las Águilas a los 17 años, en la temporada 92-93, marcó el 8 de noviembre de 1992 con tan solo 17 años y seis meses. Eso para comenzar a equilibrar nuestros comentarios respecto al extraordinario juvenil azteca.

Y es que cuando se dice que los medios de comunicación o sus analistas, periodistas o comentaristas, hemos sido responsables de un sinfín de carreras malogradas en el balompié mexicano, siempre diré que esos desesperados elogios que se vierten en torno a cualquier remota posibilidad de ver surgir en México, ya no digamos que a otro Pelé o Maradona sino al próximo Hugo o Cuauhtémoc, son molestos, por exagerados e infundados; pero jamás podemos señalar a todos esos gritones simplistas de ser responsables de enterrar tantas carreras en sus primeros años. Quienes son responsables son, en todos los casos, sus formadores de origen, familiares, entrenadores en primera y, sobre todo, ellos mismos, por poco profesionales, poco trabajadores y, básicamente, por ser tan poco ambiciosos que se dejaron marear por el aroma de las primeras flores que les fueron arrojadas tras dar sus primeros pasos.

Diego, que desde el nombre ya tiene con qué llamar la atención, es un talento atípico en nuestro contexto, más acostumbrado a desarrollar recuperadores y rematadores, antes que gambeteros. Los entrenadores en México mueren por tener en su plantel al siguiente Temo Blanco, pero son muy especiales a la hora de permitirles ser los únicos que puedan perder más de tres balones en un mismo juego, por intentar encarar y driblar a sus adversarios. Nuestro fútbol intenta ir siempre a la segura, al toque, a la posesión del esférico, no al engaño, al regate o a otra posesión, la del espacio en el campo. Así que, en ese punto específico, espero que sea Miguel Herrera el entrenador ideal para explotar a este chamaco y no, como ya dijo, para irlo llevando paso a paso durante cuatro años más de proceso, sino para darle minutos y las pocas herramientas que necesita, más tener su apoyo, para jugar e intentar.

Yo a Lainez, si acaso le veo un área de oportunidad. Hace mucho tiempo que no veía, así como lo hacía el Temo, a un mexicano que tirara la pelota entre dos rivales, que rara vez pisara el balón para apoyase en zona de seguridad, que encarara en cuatro de cada cinco veces que le pasan la pelota y que tuviera esos cambios de velocidad con la redonda pegada al pie, para burlar, antes de apretar el acelerador. Eso ya lo trae y lo hace de maravilla… con una sola pierna.

Parece poca cosa y cuando lo comento me hablan de otros genios que nacieron zurdos; van incluso directo a su tocayo Maradona y a Lío Messi, pero se equivocan. Esos dos inmortales sí que saben utilizar la pierna derecha justamente para engañar (al campeón del mundo en México 86 aún lo veo hacerlo). Bueno, si revisamos 20 de los mejores goles de Maradona, encontraremos que si acaso dos los marcó con la derecha, uno a River, jugando para Boca Jrs, en 1981 y otro con el Nápoles, en 1988, ante el Cesena, pero el tema es saber utilizar la derecha para el engaño; ahí encontraremos que incluso en su histórico gol ante los ingleses, en el Mundial de México, tres veces recorta a su derecha, aunque termina empujando la pelota con la zurda.

Y si hablamos de Lío la cosa es aún más clara, en redes hay colecciones de sus mejores goles con la derecha y son muchos y muy buenos, incluyendo el que le hizo al Getafe a lo Maradona, pero con el último recorte a la derecha, justo para engañar y definir con la diestra. De hecho, ¿recuerdan el más reciente gol de Messi con Argentina, ante Nigeria?, sí, fue con un derechazo impecable que les dio vida en el Mundial de Rusia.

Y ojo, mi punto no es compararlo con los más grandes, mi tema es que vea cómo los zurdos más grandes trabajan muchísimo con su pierna derecha para no terminar siendo predecibles y más “fáciles” de marcar.

En el primero de esos dos goles ante Pachuca, por increíble que parezca, Manny García se regala el perfil zurdo de Lainez y en el segundo, Poncho Blanco es sorprendido por no esperar el disparo de izquierda. Ya lo conocerán mejor, pero está en el jovencito el prepararse para sacar nuevos trucos de su nueva chistera. Eso es lo que le pido: no conformarse con ser muy bueno con una sola pierna, sino utilizar al máximo ese talento natural con el que nació. Solamente así terminará por convertirse en el jugador fuera de serie que puede llegar a ser, mejor que Cuauhtémoc, mejor que cualquiera que yo recuerde surgido del fútbol azteca.

Creo que Diego tiene con qué seguir aprendiendo y terminar por convertirse en una realidad, capaz de convencer a sus entrenadores de que no deben esperar a que madure en la banca sino ayudarlo a crecer en la cancha. Lo digo por dos cosas que le he visto mejorar en poco tiempo. Primero, la potencia de piernas; comenzó siendo un niño, al que sus flacas extremidades no le aguantaban la exigencia de la Liga MX. Segundo, en muy pocos juegos pasó de ser el niño al que sus compañeros protegían y los rivales miraban con incredulidad, al joven que se levantó de una fuerte agresión sufrida por Jesús Molina, en el juego del torneo pasado ante Monterrey, en el Estadio Azteca, y que a la siguiente jugada volvió a buscar el mano a mano y a driblar a velocidad sin siquiera pensar en una posible nueva agresión.

Definitivamente, Diego Lainez parece estar hecho de otra madera; el tiempo y su capacidad de acepar las críticas y asimilar los elogios lo dirán.