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Puestos a sacar alguna conclusión del partido ante la Roma en el que el Barcelona fue claramente de más a menos y acabó diluyéndose cuando formó ante los italianos con un equipo formado por Cillesen más diez jugadores casi imberbes hay que destacar la lección que supone este partido para todos. Por un lado para la prensa y la afición, que ya ve en estos jugadores a futuros cracks y su actuación nos advierte que aún les quedan muchas sopas que comer. Evidentemente, la calidad de gente como Miranda, Monchu, Collado, Riqui Puig o Abel Ruiz es innegable y que son jugadores con un futuro inmenso como demuestra el hecho de que sean los actuales campeones de Europa de su categoría. Pero una cosa es el futuro y otra el presente. La Roma, con un equipo muy reconocible, les enseñó que el nivel Champions queda lejos. Puede que uno de ellos rodeado de las estrellas del equipo ofrezca un rendimiento notable, pero lo que está claro es que, de momento, hay que tener paciencia.

En lo que respecta al equipo, es bueno que estos jugadores se curtan en estos torneos amistosos ni que sea a costa de acabar perdiendo por 4-2. Al final, se descompusieron, pero durante tres cuartas partes del partido fueron en ventaja por 2-1 e incluso tuvieron ocasiones que por inocentones no aprovecharon para marcar el 3-1. A la que les empataron se les vino el mundo encima. Lógico teniendo la edad que tienen. Han de aprovechar estas ocasiones como una lección de vida para seguir creciendo mientras la crítica debe de relativizar estas actuaciones y ni encumbrarlos cuando se gana ni hundirlos ahora que están aprendiendo.