El cuento de hadas no tuvo final feliz
El cuento de hadas de Modric y de Croacia no se merecía un final tan cruel. Un futbolista respetado por compañeros y aficionados, que llegó hasta lo más alto superando todo tipo de adversidades, liderando a un país de poco más de cuatro millones de habitantes hasta la victoria en un Mundial. Era el guion perfecto para cualquier película, pero Croacia había gastado toda su fortuna en aquellas dos tandas de penaltis de octavos y cuartos contra Dinamarca y Rusia.
El fútbol te suele quitar lo que te da y esta vez esos pequeños detalles que siempre habían caído del lado croata se volvieron en su contra. Un gol en propia puerta y un penalti evitable es una losa demasiado pesada en la final de un Mundial. Ni siquiera Modric fue el Modric de otras ocasiones. Esta vez Rakitic llevó el peso del partido. Croacia, fiel a su ADN, no se rindió ni con 4-1 en contra. Serán recibidos en su país como héroes, pero esta vez no hubo final feliz...