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Mbappé puede robar el trono mundial a Messi y Cristiano

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Antes de analizar lo que viene, las dos semifinales, me gustaría mirar atrás y comentar lo que nos dejó la ronda de cuartos de final. El equipo que más me gustó fue Bélgica. El 2-1 contra Brasil fue uno de los mejores partidos del Mundial. Tuvo todo lo que un aficionado al fútbol desea: apuestas decididas, técnica y drama. Para mí no fue una gran sorpresa que ganara Bélgica. Su victoria confirmó la tendencia de este Mundial: el supuestamente más débil manda a su casa al más grande.

A Brasil le ha ocurrido lo mismo que a Alemania, Argentina o España. Si alguien antes del Mundial hubiera dicho que ninguno de estos equipos llegaría a semifinales, todos habríamos negado con la cabeza. Pero creo que los cuatro semifinalistas, Francia, Bélgica, Inglaterra y Croacia, se han merecido estar ahí. Jugaron a un alto nivel y fueron constantes.

La calidad ha prevalecido en esta Copa del Mundo. Inglaterra, con sus jugadores veloces; Croacia, con su inteligencia; Francia, con un equipo que funciona como una unidad; y Bélgica, con su sofisticación táctica. Brasil se vio sorprendida por la apuesta belga de situar a Lukaku en una banda y dejar la punta del ataque para De Bruyne. La defensa de la canarinha no supo cómo manejar la situación. Fue una lección maestra de táctica por parte de Roberto Martínez. Eso, unido a la clase individual y la eficacia, fueron las claves del éxito belga. No obstante, no se le puede reprochar nada a Brasil: no jugó peor que Bélgica y perdió ante un equipo muy fuerte, no como Alemania, la campeona mundial, que cayó ante selecciones de nivel medio como Corea del Sur y México.

Los ingleses, por su parte, mostraron que tienen un gran potencial con muchos jugadores jóvenes como Stones y Kane. El delantero del Tottenham me gustó mucho, y no sólo por sus seis goles. Trabaja para el equipo y ejerce de capitán. Algo está creciendo en Inglaterra. Y se puede ver en los equipos juveniles y en el talento que atesoran. Inglaterra también se beneficia de la Premier League, una liga muy fuerte con jugadores internacionales y entrenadores como José Mourinho, Pep Guardiola y Jürgen Klopp. Ese fútbol veloz de Inglaterra habrá que tenerlo en cuenta para los próximos torneos.

Las dos semifinales han quedado muy equilibradas. No hay ningún claro favorito en los duelos Bélgica-Francia y Croacia-Inglaterra. La primera enfrentará a los dos mejores equipos posiblemente del Mundial y uno quedará fuera. Y por el otro lado no es difícil imaginar que Inglaterra o Croacia puedan ganar la final. De los cuatro que quedan, Francia es el único equipo que entraba en las quinielas para acabar en el podio del Mundial. Con las otras tres selecciones nadie contaba. Los croatas me recuerdan un poco a la Argentina de 1990, que llegó a la final también después de superar dos tandas de penales.

Francia me gustó mucho porque juega como una unidad, con una organización muy disciplinada, lo que es un poco sorprendente para una selección tan joven. Pese a tener a jugadores fantásticos, les bleus juegan más compactos incluso que una Bélgica que tiene su gran valor en el lado ofensivo. Lukaku me entusiasmó especialmente, no sólo por sus cuatro tantos, sino por su trabajo para el equipo gracias a su enorme fuerza y presencia. Diría que ese tridente de ataque que forma con De Bruyne y Hazard tiene más calidad que el de los franceses. En ese equipo están Mbappé, Griezmann y Giroud tirando paredes, lo que le convierte en un hombre muy importante. Pero no tiene las cualidades individuales que se ven en el tridente belga. Las diferencias son muy pequeñas y creo que será una semifinal tremendamente igualada. Lo que decidirá posiblemente sea la genialidad de una superestrella.

Y hablando de jugadores individualmente, probablemente no metería en mi equipo ideal a Messi, Cristiano Ronaldo ni Neymar. Han sido eliminados muy pronto y no pudieron impresionar en el torneo más allá de algunos destellos. La vara de medir para ellos está tan arriba que se puede concluir que Messi ha decepcionado, que Cristiano sólo impresionó ante España y que Neymar fue noticia por muchas cosas, pero no siempre por su calidad futbolística. Hubo otros jugadores mejores como Mbappé, Hazard, Lukaku, De Bruyne, Kane o el croata Mandzukic.

Este Mundial está siendo dominado por equipos y nombres nuevos. Y eso podría afectar a la elección del mejor futbolista del mundo. Si el joven talentoso Mbappé se convierte en campeón del mundo y anota uno o dos goles más, puedo imaginarme que el 24 de septiembre, durante la gala de la FIFA, haya otro ganador que no sea Messi o Cristiano, los hombres que han monopolizado el galardón en la última década. También es posible que sea un futbolista del tridente belga o incluso Kane si se alza con el título y mete algún gol más.

Cristiano ha anotado muchos goles en la Champions League y ha ganado su tercer título continental consecutivo con el Real Madrid, pero su equipo terminó tercero en la Liga española y en el Mundial dijo adiós en octavos. Lo que no me puedo imaginar de ninguna manera es ver a Neymar elegido como el mejor futbolista del mundo. Su eliminación en cuartos y especialmente su actuación teatral no se lo merecen.