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Mexicanos en el Mundo

El Madrid de Gustavo Ayón se mete al Final Four por quinta vez en seis años

Los blancos pasaron del éxtasis (62-40) al sufrimiento (85-82) tras anotar solo dos tiros libres en siete minutos y de ahí a la fiesta desatada. El CSKA, rival en semifinales.

Los blancos pasaron del éxtasis (62-40) al sufrimiento (85-82) tras anotar solo dos tiros libres en siete minutos y de ahí a la fiesta desatada. El CSKA, rival en semifinales.
Los blancos pasaron del éxtasis (62-40) al sufrimiento (85-82) tras anotar solo dos tiros libres en siete minutos y de ahí a la fiesta desatada. El CSKA, rival en semifinales.Juanjo MartinEFE

Se dice con fundamento que el Madrid siempre vuelve. Es un mantra. Sucedió en 2011, cuando entre Molin, Messina y un grupo de jóvenes prometedores devolvieron a los blancos a la Final Four después de 14 años viéndola por la tele. Y ocurrió en 2013, cuando Laso se estrenó en la élite continental tras faltar a la cita en su primer año. Y pasó de nuevo en 2015, cuando el Madrid recuperó la corona del viejo trono de Europa veinte años después. Ahora, en esta nueva década dorada del baloncesto madridista, el Real no necesita volver; está. Siempre. De manera perenne entre los mejores.

Por primera vez en la era Laso, eso sí, avanza a semifinales tras superar una eliminatoria sin ventaja de cancha. Escribió las primeras líneas de la gesta en el OAKA, en el segundo asalto, y ahora ha rematado en casa, con el Increíble Llull y la afición desatada, con Felipe Reyes megáfono en mano. Sexta Final Four en ocho años, la quinta con Laso en los últimos seis cursos. Con el vitoriano el club ha alcanzado cinco de las diez que lucen en su historial (la primera, en 1967 y luego el formato no se rescató hasta el 88: estuvo en 1993, 95 y 96 antes de la sequía que duró hasta 2011).

El Madrid selló su pase en un segundo cuarto demencial, explosivo, fastuoso. Una demostración de talento y gallardía con la vieja guardia esculpida en el mascarón de proa. Antes, al final del primer cuarto, asistíamos ya al primer acelerón. El pisotón en el pedal lo daba Ayón. Ocho de los diez últimos puntos de ese acto (19-14), titánico atrás también. Y luego se hacía la foto, un matazo con Singleton retratado en el póster: 25-16. El mexicano se iba al banco con 10 puntos, 5 rebotes y 19 de valoración. Una tregua que digirió mal su equipo frente a un Lojeski enchufado, aunque pronto se rearmó en torno a Llull.

Sus compañeros le necesitaban y acudió a la llamada, puño en alto y capa al viento. Dos triples en menos de 20 segundos, pistoletazo de salida de un torrente incontenible para el Panathinaikos. Un aluvión que representó fiel un parcial de 10-0 que se estiró hasta un 15-2 para 32 puntos en ese cuarto que le colocaron en órbita rumbo a la Final Four. Llull se daba un respiro antes del descanso: 6 puntos y 6 asistencias en 7 minutos. Se quedaba Reyes, 7 tantos en cuatro, más valoración (55) que minutos (45) en este playoff.

La defensa era perfecta, la circulación también (¡15 de 16 en tiros de dos! y cuatro triples en ese tramo). En el marcador, +18 y, ya en la reanudación, +22 con tres triples casi seguidos de Doncic (62-40, minuto 24). Y cuando todo apuntaba a duelo roto, el viento roló, y de qué manera. Primero de forma suave, 78-60 al final del tercer cuarto, y pronto de modo violento. El apagón fue de época, durante siete minutos el Madrid solo añadió dos tiros libres ante una zona de ajustes que le desquició. Se quedó paralizado, aletargado en el perímetro, cayó en la trampa, sin meter balones dentro, fallando algún tiro claro. No encaraba y le atacaban, lo hacía la manita de Singleton, un pívot todoterreno que encadenó cinco triples sin fallo (21 puntos).

La maniobra de reanimación la empezó Felipe Reyes

Tocaba sufrir, padecimiento extremo para cerrar la serie: 85-82 después de un triple de Calathes y… respuesta de Doncic, también de tres, aunque a una pierna y a tabla a 1:09 de la bocina con la posesión expirando. Rudy agregaba un robo, el corazón blanco volvía a latir, la maniobra de reanimación la había empezado Reyes, quién si no. Él rompió la sequía y él apiló dos canastas y un tiro libre para cortar la zozobra.

Adiós, Panathinaikos. Los de Pascual no se retiraron de la pista antes de tiempo, como amenazó Giannakopoulos, su dueño, así que entendemos que le pareció correcto el arbitraje. ¿Adiós Panathinaikos? ¿O volverá el año que viene a la Euroliga? Debería. El que regresa es el Madrid, de nuevo arriba, en la Final Four tras un año durísimo en el que sus jugadores se han perdido un total de 231 partidos por lesión. Una plaga bíblica que no le ha tumbado, le ha acerado. En pie, un aplauso. Belgrado espera, lo hace el CSKA del Chacho.