Pese al gol de Miguel Layún, el Sevilla cayó ante el Leganés
El zaguero mexicano acortó distancias en un duelo donde Bustinza y Eraso le dieron los tres puntos a un Leganés que ve cerca la permanencia.
En el fútbol y en la vida, la venganza se sirve fría. El Leganés se cobró la suya en medio de un ambiente gélido. Butarque sufrió con las bajas temperaturas, pero gozó con una victoria rotunda en el juego (goles de Bustinza y Eraso) frente a un rival que hace mes y medio le arrancó el sueño de jugar su primera (e histórica) final de Copa del Rey.
Fue el Sevilla en manos de los madrileños un equipo alejado del que le tumbó en el torneo del KO y a años luz del que deslumbró el martes a toda Europa con una antólogica exhibición en el Teatro de los Sueños. Agotados por la gesta de Manchester, seguramente embriagados por la fiesta posterior, los de Montella se dejaron en el sur de Madrid girones de imagen y tres puntos en una pérdida que le hace casi imposible luchar por los puestos de Champions.
El mexicano Miguel Layún disputó su cuarto partido de manera consecutiva como titular en LaLiga. Además, se estrenó en la competición española con su anotación al minuto 90.
El Lega, en cambio, certifica de forma casi virtual la permanencia con 15 puntos de ventaja con el pozo a falta de jugarse sólo 27. Sus actuales 36 puntos superan ya los 34 con los que se salvó el curso pasado, y, de paso, insuflan tranquilidad en una entidad que tendrá que pensar cuanto antes en su futuro, con Garitano en la rampa de salida y media plantilla terminando su vínculo con los blanquiazules.
Con el arranque ya se intuyó una mañana de fría resaca hispalense. Para entonces el viento helado dominaba. Como el Leganés, dictador del esférico en los primeros compases, ésos en los que la potencia de Amrabat (Kjaer soñará con su cuerpeo) llevó a los madrileños a acampar cerca del área de Rico. El internacional marroquí sustituyó a Beavue en la delantera pepinera y a Lukaku en las pesadillas sevillistas. Claro que éste dio más guerra que aquél con el United.
Eléctrico y fugaz, de apariciones vaporosas por todo el frente de ataque, ya forzó a Lenglet a sacar casi sobre la línea un sutil remate que iba camino del gol con el crono marcando el minuto siete. Disfrazado de ‘9’, el extremo fue una apología del peligro constante que sólo encontró réplica en las embestidas de Sarabia y la clase de Vázquez. Entre ambos (ayudados por el casi desparecido Ben Yedder) tejieron la única ocasión clara del Sevilla en los primeros minutos y casi del partido, una bola que despejó un atento Cuéllar.
Llegados al ecuador de la primera mitad el reparto de protagonismos se equilibró, pero no el de las ocasiones, que siguieron tiñéndose de blanquiazul hasta que Bustinza marcó el segundo gol de su carrera -el primero fue esta temporada al Real Madrid- con un cabezazo complejo, cayéndose, pero que sirvió para batir por alto a Rico. Fue un gol anómalo dentro de lo normal que es ver a los pepineros aprovechar el balón parado. De los 24 tantos marcados por el Lega en esta Liga, sólo seis han sido en el primer tiempo.
El del segundo tiempo, el de Eraso, fue fruto de una contra fugaz que remachó el navarro dentro del área tras un buen pase de Diego Rico desde la izquierda. Minutos antes Omar pudo sentenciar con un centro chut en una jugada parecida que vino a demostrar la desconexión hispalense, que se quejó más de un manotazo a Sandro en el arranque de la jugada que de defender el ataque rival.
El Sevilla se diluyó tras el descanso más de lo que había estado en el primer tiempo y salvo un par de ataques de orgullo, no mostró nada que le hiciera ser merecedor ya no del triunfo, sino si quiera del empate. Ni siquiera el gol de Layún en el 90’ inyectó tensión al duelo. La expulsión de Sarabia por doble amarilla en el 84’ fue amarga guinda a una mañana para olvidar.
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