100 HISTORIAS DE LA COPA DEL MUNDO | 10
Las lágrimas de Paul Gascoigne, los 'cracks' también lloran
En las semifinales de la Copa del Mundo Italia 90, Paul Gascoigne fue amonestado en tiempo extra, lo que lo privaría de jugar una posible final. Su llanto conmovió a inglaterra.
4 de julio de 1990. Alemania e Inglaterra, dos viejos conocidos se enfrentaron en las semifinales de la Copa del Mundo de Italia 90. El escenario fue el Stadio delle Alpi de Turín. Los británicos, dirigidos por Bobby Robson, ansiaban la final, a la cual no asistían desde que alzaron el Jules Rimet en su país en el Mundial de 1966. Sin embargo, había un futbolista que anhelaba esa final más que nadie: Paul Gascoigne.
A sus 23 años y con la camiseta número 19 de Inglaterra, 'Gazza' había dado muestras claras del potencial, habilidad y calidad que poseía, además de su temperamento y fuerte carácter. El futbolista, que en ese entonces desfilaba en el Tottenham, había sido la figura del combinado inglés durante el certamen. Sin embargo, toda la ilusión de Inglaterra, y la del propio jugador, desapareció a los ocho minutos del primer tiempo extra de aquel partido.
Gascoigne condujo el balón desde el centro del campo hacia la banda izquierda, eludió a dos rivales pero el tercero, Olaf Thon, le arrebató el esférico. En un momento de desesperación, clara muestra del temperamento de 'Gazza', éste se barrió en su búsqueda por el balón y cometió falta sobre jugador alemán. El árbitro no se tocó el corazón y le mostró la tarjeta amarilla, la cual, en ese momento, significó que se perdería la final del máximo campeonato de fútbol, en caso de que Inglaterra avanzara a ella.
Segundos posteriores a la amonestación, todas las cámaras enfocaron hacia Gascoigne, quien enseñó al mundo su lado sensible tras derramar lágrimas por saber lo que significaba esa cartulina amarilla. Lloró como un niño al saber que se perdería, tal vez, el partido más importante de su carrera, mismo que, a la postre, nunca se concretó, pues Alemania accedió a aquella final tras vencer a los ingleses en penales tras los fallos de Stuart Pearce y Chris Waddle. Sus lágrimas marcaron la Copa del Mundo aunado al tobillo infiltrado de Maradona, las aguas narcotizadas de Bilardo y los danzones de Roger Milla.
Inglaterra abrazó a su ídolo. Todos los tabloides mostaban el llanto de Gascoigne en primera plana como referencia del sentir nacional. Desde entonces, la carrera del mediocampista entró en un vaivén pronunciado, rodeado de polémica, peleas, drogas, alcohol, expulsiones de la selección a última hora antes de un Mundial. Aquel partido en Turín fue el último que Gascoigne disputó en una Copa del Mundo.