El fútbol tiene historias maravillosas como la ocurrida ayer en Balaídos. Erik Expósito debutó como titular con Primera en el estadio que su bisabuelo inauguró con su gol hace casi noventa años. Y, como no, el canario honró a su antepasado con un tanto sensacional. Tras combinar los tres mediocentros amarillos al primer toque (Aquilani, Vicente y Etebo), el chaval controló el balón y fusiló a Rubén de un extraordinario zurdazo. En el cielo se iluminó una sonrisa. Era su bisabuelo Graciliano Luis.
Hasta ahí poco había pasado y desde ese momento el partido se convirtió en una película del oeste. Aguirregaray tuvo el segundo tanto en sus botas apenas unos minutos después, pero el lateral se precipitó en el disparo cuando se encontraba libre de marca a pocos metros de la red. Además, lo hizo con la derecha, su pierna menos buena. El Celta parecía noqueado. Hasta que la entrada de Brais al campo le dio un nuevo aire. El canterano cambió la dinámica celeste nada más pisar el césped. De hecho, sólo habían pasado dos minutos cuando propició el tanto del empate. Chutó con elegancia desde el borde del área y Chichizola tuvo que estirarse al máximo para desviar el esférico. Eso sí, no pudo enviarlo fuera y ahí apareció Jonny para aprovechar el rechace y marcar a puerta vacía.
Con el duelo igualado, el Celta se lanzó en tromba a por la victoria. Las Palmas tuvo que sacar el paraguas para sostener el aluvión de ocasiones celestes. Pione, que salió enrabietado, lo intentó hasta en tres ocasiones, pero Chichizola le prohibió volver a vestirse de héroe. Y cuando todo hacía indicar que el choque acabaría en un reparto de puntos insuficiente para los dos equipos, apareció el talento de Aspas. El moañés sentó a Ximo Navarro en una baldosa, levantó la cabeza y asistió al Tucu Hernández, quien domó el balón con dificultades y remató con la izquierda a la red. Victoria sobre la bocina que mantiene al Celta en la pelea por Europa y deja al Las Palmas en la zona roja.