Sin techo y hacia el cielo
Si hace cuatro meses algún aficionado hubiera juntado las palabras Eibar y Europa en una misma frase, habría sido tomado por loco. Los numerosos cambios en la plantilla, las ideas tácticas difusas y una preocupante falta de juego hacían augurar una temporada complicada en la ciudad armera. ¡Quién hubiera imaginado que en tan solo 12 jornadas el equipo iba a callar tantas bocas pesimistas! David en una competición de Goliats. El club no para de hacer historia cada año. Atrás quedaron los complejos de entidad pequeña: 8 victorias, 3 empates y una única derrota, ante el Atlético (el único junto con Barça y Madrid al que no se ha derrotado en la cúspide). Números de equipo grande que pelea por algo importante, que acercan a la permanencia, a falta de 15 jornadas. En definitiva, números de aspirante a competición continental.
El discurso del club resulta comprensible. Lo primero es lo primero. Sin embargo, resulta casi absurdo entre la afición del Eibar no deleitarse pensando cómo será estar entre los grandes de Europa. El equipo rompe su propio techo año tras año, y la ilusión de hasta dónde puede llegar supera ya la barrera de las nubes. Hace no tanto, imaginar al equipo en Primera era el delirio de unos cuantos locos. Sólo queda esperar.