Spring League es un gran concepto, pero no para Johnny Manziel
Johnny Manziel, el atribulado exquarterback de los Cleveland Browns, busca volver a la NFL por la ruta larga. Ahora, ¿funcionará su movimiento?
La NFL y Johnny Manziel nos han enseñado una valiosa lección: “Uno siempre quiere más”.
Es cierto. Aún no había terminado de caer el confeti sobre el césped del U.S. Bank Stadium de Minneapolis tras la victoria de los Eagles en el Super Bowl, cuando más de uno comenzó a hacer la cuenta de cuánto tiempo faltaba para la nueva temporada. Seis meses es demasiado tiempo de espera. Queremos football, y lo queremos ahora.
Pero podría ser peor, podrían ser los dos años que Manziel lleva fuera del football. Salvo que en el caso del exquarterback de los Browns tuvo su oportunidad y la desaprovechó, mientras que los aficionados no tienen más remedio que buscar otras opciones de entretenimiento, que no incluyen un ovoide, en lo que el calendario avanza.
Además, nadie puede decir que Manziel “sufrió” la ausencia de football como se puede ver con una rápida revisión a su Instagram y un repaso a los encabezados de noticias, en donde solo se revelan rehabilitaciones, más problemas legales y fiestas que harían sonrojar a Charlie Sheen.
Ahora, después de maltratar su cuerpo y su mente peor de lo que con cualquier sack, y de un poco sorpresivo diagnóstico de desorden bipolar, Manziel busca una nueva oportunidad en la NFL por la ruta larga: Spring League.
El concepto de la Spring League es, en realidad, una magnífica idea que la NFL debería aprovechar al ser una de las pocas ligas deportivas del mundo que no cuenta con una filial de desarrollo a nivel profesional. El problema en torno a la Spring League es la larguísima distancia entre el concepto y la realidad.
La NFL podría lucrar (aún más) si tuviera una filial como la Spring League, en la que pudiera el público tuviera football de calidad más meses al año, sin arriesgar a los grandes nombres. Tal vez como un seguimiento para todos aquellos que no fueron tomados en los últimos dos o tres drafts y que no están en la NFL por intangibles y no por falta de talento.
Pero el problema es que la Spring League no ofrece eso, al menos no aún. Lo que ofrece por el momento son solo cuatro juegos y una plataforma para que Manziel y la liga se den publicidad mutua. Cuando tus mejores puntos de venta son Manziel, Kellen Winslow Jr. o Greg Hardy (el año pasado), tus principales patrocinadores deberían ser una marca de bebidas alcohólicas y un centro de rehabilitación. “The Longest Yard” sin los guardias armados sería una buena definición.
A diferencia de Manziel, la Spring League sí tiene espacio para crecer. No es del todo una mala idea siempre que obtenga el respaldo necesario, deje de ofrecer oportunidades a quienes no aprovecharon las que tuvieron, y obtenga un contrato televisivo. Porque “60,000 vistas por juego en Facebook Live” no es precisamente un dato para irse de espaldas.