Zidane, el chico de Marsella
A Zinedine Zidane no le hace falta buscar razones para motivarse más allá del simple hecho de dirigir al Madrid en un partido clave de la Champions. Es un honor y una responsabilidad que el técnico del equipo blanco sabe valorar en su justa (e inmensa) medida. Más todavía después de haber conquistado dos veces la famosa copa como entrenador, una vez como adjunto de Ancelotti y otra vez como jugador. Sin embargo, existe para Zizou un aliciente añadido que para la mayoría de los seguidores madridistas no era fácil detectar. Zidane nació en Marsella, descubrió el fútbol en las calles del humilde barrio de La Castellane, se enamoró del Olympique en el estadio Vélodrome y siempre le quedará algo de tristeza por no haber podido vestir la camiseta del club de su infancia. ¿Y cuál es el eterno rival del Olympique de Marsella? Pues se trata ni más ni menos que del París Saint-Germain.
La guerra entre ambos clubes es tremenda y se puede comparar con la que existe entre el Madrid y el Barça. Incluso, en Francia, se usa la palabra Clásico en español para nombrar el partido que enfrenta a los dos equipos. Ayer, durante la rueda de prensa, no me pude resistir y le toqué esta fibra sensible, preguntándole a Zizou sobre lo que significaba enfrentarse hoy miércoles a su enemigo en el fútbol galo. No fue capaz de contener la sonrisa y se reafirmó como marsellés subrayando esta rivalidad con el conjunto parisino. Puede parecer un detalle, pero como dice el refrán francés: “El diablo está en los detalles”. Es decir que, a veces, un simple detalle puede cambiarlo todo.