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NFL

Bon Jovi y los Buffalo Bills pudieron evitar a Donald Trump como presidente

La historia de la venta de los Buffalo Bills fue de una enorme importancia para todo el planeta y la civilización humana, aunque no se suela contar así.

Estados UnidosActualizado a
EAST RUTHERFORD - NOVEMBER 13: Singer Jon BonJovi, right, chats with referee Gene Steratore, left, on the sidelines before the game. The New England Patriots visited the New York Jets in a regular season NFL game at MetLife Stadium. (Photo by Jim Davis/Th
Boston GlobeBoston Globe via Getty Images

En el año 2014, y en una pequeña ciudad industrial del Oeste del estado de Nueva York, se jugó el destino de la humanidad, aunque la mayoría de la población y grandes analistas mundiales no hicieran ningún caso. En el curso de unas pocas, aunque cruciales, horas el planeta pudo librarse de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos de América y de Bon Jovi como banda de hair-rock en permanente gira. Esta es la historia de cómo dos de las amenazas más contundentes contra la civilización no fueron detenidas a tiempo y, ahora, nos encontramos en esta época oscura.

Ralph Wilson Jr., el fundador y dueño de los Buffalo Bills, equipo de la NFL, falleció el 25 de marzo de 2014. De manera inmediata, sus herederos pusieron en venta el equipo. Las franquicias de la liga de futbol americano profesional son una máquina de generar dinero, así que las ofertas comenzaron a llegar.

La primera de ellas fue la de Donald Trump. Por entonces, Trump sólo era un multimillonario con fama de payaso y que no era bien recibido en la NFL. Ya había chocado con la liga en los años 80, cuando le impidieron comprar a los Dallas Cowboys, y a principios del siglo XXI, cuando fue parte de la creación, y casi inmediata extinción, de la XFL, una liga rival. Desde entonces, su enemistad con los propietarios de la competición es pública, notoria e infatigable. Aún así, su sueño de hacerse con un equipo aparecía, al fin, con el camino expedito.

La segunda fue la de Jon Bon Jovi, cantante de Bon Jovi (...), que era la cara visible de un conglomerado de empresarios canadienses, de la vecina Toronto, ciudad que está a dos patadas de Buffalo. Esta segunda oferta era mayor que la de Trump. El magnate ofrecía 900 millones de dólares por la franquicia y Bon Jovi ponía sobre la mesa 1.100 millones.

Esa diferencia no estaba en los planes del hoy Presidente, así que usó una de sus tácticas, como hoy sabemos, favoritas: las noticias falsas y su divulgación sin freno. Esparció por Buffalo la idea de que lo que iba a hacer el grupo de Bon Jovi (el de inversores, no Torres, Sambora y compañía) era llevarse a los Bills a Toronto y, por supuesto, eso hizo que la ciudad montara en cólera.

Tanto como para que las radios locales se negaran a poner canciones de su banda. No todo son males. El caso es que el propio cantante se ha encargado ahora, tres años después, de decir que nunca jamás estuvo en sus planes tal movimiento.

Y para refrendarlo afirma que ya había buscado casa y, ojo, planeaba medio retirarse de la música. Ésta pasaría a un segundo plano, a nivel de hobby, y centraría todos sus esfuerzos en hacer a los Bills campeones. En sus propias palabras, cambiaría de vida por completo. Tan convencido estaba, que las mentiras de Trump le dolieron a nivel personal, como si le rompieran el corazón, y le califica de "malvado" sin dudarlo.

Al final esa pelea dio bastante igual, la verdad. Porque Terry Pegula, un empresario de Buffalo que ya era dueño de los Sabres de la NHL, puso 1.400 millones de dólares sobre la mesa y se quedó con los Bills. No le salió mal la jugada ya que, desde entonces, el equipo le ha generado más de 60 millones de dólares anuales en beneficio y, aunque es la que menos valor tiene de la NFL, ya se ha revalorizado hasta un valor de mercado 1.700 millones de dólares.

El mundo pudo evitar a Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos de América. Dado que la decisión quedó en manos de los Buffalo Bills era obvio que nada bueno podría pasar. Bueno, sí, que este año han jugado playoffs. En lo que a mí respecta, ha merecido la pena.