Godín y las otras dos veces que se partió la cara por el Atlético
La primera fue en un derbi ante el Madrid en 2015: nariz rota. La segunda, ante el Barça: ojo morado, en 2016. La última el domingo, tres dientes, ante el Valencia.
"Siempre que salimos a jugar, sobre los hombros siento un peso, una responsabilidad: en ellos prenden los sueños de la afición, no les puedo fallar". Cuando en 2015 Godín anunciaba su renovación con el Atlético de Madrid hasta 2019, resumía así qué le mueve, cuál es la gasolina en sus piernas. Y está hecha de voz. La forra partido a partido la grada. La del domingo no era la primera vez que Godín se partió la cara por el Atlético de Madrid, aunque sí, quizá, la más dolorosa. Lo cuenta un dato: tres veces ha sufrido el central uruguayo fuertes golpes en la cara y ésta es la única que le hizo abandonar el campo. Las dos anteriores no. Aunque en una se fracturara la nariz. Dio igual. Le asistieron en la banda y a jugar.
Nariz rota, derbi ante el Real Madrid, temporada 2014-15
Minuto 7 de partido. Godín recibió un fuerte golpe de Khedira en un derbi, el del 4-0 para el Atleti, febrero de 2015, y cayó al suelo con las manos cubriéndose la nariz. Ésta se había fracturado. No le hizo abandonar, sin embargo. El uruguayo recibió asistencia de los médicos rojiblancos, que le cortaron la hemorragia y le pusieron una tirita. Jugaría los 83 minutos restantes. Una vez terminado el partido, ya sí, acudió a la clínica donde le operaron. Aquello sirvió para demostrar que su piel es dura, de otra pasta, cercana al acero: a los catorce días ya se quitaría la máscara. Le habían dicho un mes.
Ojo morado, ante el Barça en Champions, temporada 2015-16
Casi un año después, de nuevo Godín recibió un golpe que a cualquier otro hubiese retirado de un partido. A él no, sin embargo. Y menos cuando su equipo, el Atleti, se jugaba tanto: estar en semifinales de la Champions. Jugaban los rojiblancos la vuelta de los cuartos de final ante el Barcelona en el Calderón. Era el minuto 69 cuando el uruguayo saltó para defender un balón aéreo. Enfrente también lo hacía un compañero de selección, un amigo, aunque esa noche rival: Luis Suárez. Se dejaría el codo, que impactaría en el ojo del rojiblanco. Amarilla. Y el ojo de Godín inflamado, morado y con problemas de visión. Dio igual. El uruguayo terminaría el partido, no pediría el cambio. Cómo. La historia se jugaba. Ya después atendería a su ojo.