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JAVIER SILLÉS

La generación de juego del Real Madrid con el 4-3-3

Carvajal y Marcelo agrandan su peso en la salida. Kroos pretende asociarse con Cristiano de forma directa.

Javier Sillés
Subdirector de AS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, empezó en 2011 en la sección del Real Madrid como becario. Después pasó a AStv, donde ejerció la función de editor jefe hasta 2021 y como jefe también de la sección de infografía. En 2021 fue nombrado de redactor jefe de fútbol y en 2022 ascendió a subdirector de AS.
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El inicio de todo. La implantación de la bbC en el once produce una consecuencia automática en la hoja de ruta que sigue el Madrid en todas las zonas del campo. La salida desde atrás en fase de creación es una de las cuestiones que más difiere. Con el tridente ofensivo, la propuesta blanca vira hacia una mayor verticalidad y una presencia más rápida en terreno de juego rival. De ahí que el conjunto de Zidane promedie nueve pases menos en campo propio y también dé diez entregas menos hacia atrás cuando lucen en su alineación Bale, Benzema y Cristiano. A simple vista, el reparto más simétrico de espacios que promueve el 4-3-3 da pie a que el Madrid encuentre mayores facilidades para desarrollarse por las bandas y aumenten así el número de asociaciones en los márgenes.

Números e idea. Marcelo y Carvajal sumaron 32 pases cada uno en campo madridista contra el Valencia, su cifra más alta del curso. Ante el Depor se describió un escenario casi idéntico. El brasileño acumuló 26 y el español 28 (el segundo dato más elevado de Marcelo y el tercero de Carvajal). Los laterales potencian su trascendencia al vertebrar el Madrid la formación de las jugadas, principalmente, en dos ejes: Nacho, Carvajal y Modric y Ramos, Marcelo y Kroos. Existe un matiz. Por la derecha Nacho suele acudir a Carvajal y éste se asocia después con Modric. Ramos, en cambio, acostumbra a buscar a Kroos. Se convierte en esencial la conexión lateral-interior (31 pases entre Carvajal y Modric y 43 entre Marcelo y Kroos en Mestalla). Casemiro aparece como posible receptor de Keylor y los centrales e intenta girar con balón para asistir a Modric y Kroos.

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Saltar líneas. Funcionan bajo este sistema del 4-3-3 los movimientos de apoyo y entre líneas de Cristiano en el radar de Kroos. El alemán modela la construcción del juego con entregas perpendiculares al portugués (17 frente al Valencia), siempre en su punto de mira. El Levante pretenderá cerrar los pasillos interiores con un repliegue 4-5-1 en bloque bajo, aunque no renunciará a realizar una presión alta en diferentes coyunturas con un 4-2-3-1 agresivo. Si se ve arrinconado en ese segundo contexto, el Madrid podrá jugar en largo con Bale como solución, herramienta que ya utilizó en Mestalla (Keylor lo hizo en cuatro ocasiones). El fútbol más directo que traza la comparecencia de la bbC reduce, obviamente, las combinaciones colectivas del Madrid (16 pases menos por partido).

Minimizar el error. La mudanza al 4-3-3 no ha servido a los de Zidane para acabar con las pérdidas que tantos prejuicios le han generado este curso. El dibujo no es definitivamente el problema. Las equivocaciones responden, en general, a distracciones personales que condicionan el encaje general y no son producto de un mal emplazamiento de los futbolistas. En Mestalla se complicó con confusiones individuales en los controles y en las entregas. Entre Modric, Kroos y Casemiro encadenaron hasta 14 pases erróneos en campo propio y el Valencia logró recuperar 12 balones en 25 metros alrededor de la portería de Keylor. El Madrid reincidió en las mismas inexactitudes futbolísticas que le pasaron factura en encuentros como el del Girona, Celta o en el mismo compromiso de la primera vuelta frente al Levante. Una dificultad de orden mayor.

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